Con lágrimas y mucha pompa, los británicos perdían hace 10 años la "perla" de Asia, Hong Kong, el territorio que controlaron durante 155 años y cuya soberanía debieron ceder a China tras un acuerdo alcanzado en 1984.
Con la entrega de Hong Kong el 1 de julio de 1997, quedaba atrás la famosa frase de que "el sol nunca se pone sobre el Imperio Británico", que venía a resumir el dominio del Reino Unido por grandes extensiones territoriales del globo.
Aquella lluviosa noche del 30 de junio de 1997, en la que el príncipe Carlos leía empapado el discurso de despedida y el gobernador de Hong Kong, Chris Patten, se esforzaba por contener las lágrimas, el Reino Unido cerraba un capítulo de su historia.
Londres entregaba un territorio convertido en centro financiero y económico, quizá símbolo del capitalismo en estado puro. En 1984, la entonces primera ministra Margaret Thatcher firmaba con China la declaración conjunta chino-británica que establecía la devolución de la soberanía de Hong Kong en 1997.
Ese acuerdo estipulaba que Hong Kong disfrutaría de la fórmula "una nación, dos sistemas", por la que la denominada Región Administrativa Especial mantendría durante 50 años su sistema capitalista y su estilo de vida, estaría gobernada por su población y tendría por separado un sistema legal, fiscal, monetario y social.
UNA NACIÓN, DOS SISTEMAS
La presencia de los británicos en Hong Kong se remonta a la primera Guerra del Opio (1839-42), en la que los chinos resultaron derrotados y cedieron Hong Kong al Reino Unido en 1842. Pero el punto determinante para la devolución de la soberanía a China está en el arrendamiento de 99 años que Londres disfrutó desde 1898 sobre los llamados Nuevos Territorios.
Después de la entrega de Hong Kong, la prensa reveló que Thatcher (en el poder entre 1979-90) hubiera querido la continuación de la administración británica, pero al darse cuenta de que se trataba de una opción imposible de conseguir, vio en la fórmula "una nación, dos sistemas" una oportunidad única para la población hongkonesa.
Por falta de confianza de los hongkoneses sobre el acuerdo, algunos residentes decidieron emigrar al Reino Unido, especialmente tras las protestas de los estudiantes en la plaza de Tiananmen, en Beijing (1989), en favor de mayores libertades. La cesión de Hong Kong a China marcaba, a su vez, el comienzo de una nueva era política en el Reino Unido, donde los laboristas del ex primer ministro británico Tony Blair, asumían las riendas del Gobierno después de casi 18 años de gobiernos de los tory.
El último día de dominio británico –30 de junio de 1997– el entonces titular de Asuntos Exteriores, el fallecido Robin Cook, aseguraba que Londres seguiría de cerca las promesas chinas contenidas en la declaración conjunta firmada en 1984. En cuanto el reloj marcaba los primeros segundos del 1 de julio de 1997, en el centro donde tuvo lugar la ceremonia de entrega de la soberanía bajaba la bandera británica y era izada la de China. Poco después, los británicos dejaban la última de sus más importantes colonias con tristeza, pero con ostentación, a bordo del barco real "Britannia".
10 AÑOS DESPUÉS
Durante estos días, Beijing desempolva su lenguaje más triunfalista y patriótico, y la costumbre de regalar osos panda a sus "aliados", para celebrar el aniversario.
Según los discursos de los políticos chinos en los días previos a la efeméride, Hong Kong no sólo no ha perdido derechos ni potencial económico bajo soberanía china, sino que ha mantenido mayores libertades que el resto del país –por ejemplo la de expresión– y sigue siendo uno de los centros financieros de Asia.
Para celebrarlo, habrá cientos de acontecimientos en el pequeño territorio que hace 200 años era sólo un pueblo de pescadores y hoy es un bosque de rascacielos: fuegos artificiales, visita oficial del presidente Hu Jintao, y hasta un partido de exhibición del FC Barcelona, que se disputará en agosto.
Pero lo más sonado es la entrega al zoo de Hong Kong de dos pandas, símbolo de China y que Beijing suele regalar a gobiernos con los que quiere congraciarse o a los que quiere agradecer su "fidelidad".
En lo económico, China tiene más que celebrar ahora que en 2002, cuando se celebró el quinto aniversario y la ex colonia estaba sumida en una grave crisis económica, con índices de paro del 7%, mientras que ahora lleva cuatro años de crecimiento.
Beijing ha prometido a Hong Kong seguir impulsándola como centro financiero y de transportes del este asiático, aunque es cierto que también quiere una Shanghai fuerte que equilibre fuerzas, además de otros nudos para la aviación, como Tianjin (donde habrá una planta de ensamblaje de Airbus).
En lo político no ha habido cambios y el sistema heredado del Reino Unido sigue siendo más oligárquico que democrático, ya que sólo una parte del Consejo Legislativo es elegido por los votantes, y el jefe ejecutivo, designado a dedo por Beijing, ha sido siempre alguien cercano a la ideología comunista (primero Tung Chee-hwa y actualmente Donald Tsang).
La falta de cambios ha gustado poco a la oposición partidaria de la democracia, que cada 1 de julio organiza manifestaciones a favor del sufragio universal y contra el intervencionismo de Beijing.
