Las ampollas y los calambres no han desanimado a Gustavo Moncayo, el "caminante de la paz", como han bautizado en distintos pueblos a este hombre que hoy cumple nueve días de travesía a pie a favor de la libertad de su hijo.
El profesor Moncayo, satisfecho, cuenta que ha habido un desborde de solidaridad "muy hermoso" de parte del pueblo colombiano. "La gente se ha unido a nuestra caminata (a él lo acompaña su hija Yuri Tatiana, de 19 años), nos ha apoyado mucho", dice el profesor, quien el viernes hizo una parada para curarse las dolencias en los pies, producto de la caminata de casi siete días.
"Nos salieron ampollas y también he sufrido calambres; a Yuri Tatiana le colocaron suero, pero no hemos dejado de caminar", dice Moncayo.
A su marcha se han sumado otras personas, como el hijo del ex alcalde de Medellín, Luis Pérez, quien además le donó un par de zapatos más cómodos para la marcha.
"La policía también me regaló un par de botas", cuenta este hombre, que decidió recorrer casi mil kilómetros del territorio colombiano para exigirles a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que suelten a su hijo, el cabo Pablo Emilio Moncayo, secuestrado hace casi 10 años.
A Moncayo le ha impresionado la solidaridad de la gente. Dice que en los pueblos la gente lo espera con comida, y le ofrecen quedarse en su casa, y muchos lo acompañan durante unas horas del recorrido. "Esto ha sido impresionante", dice mientras saluda a las personas que salen a saludarlo.
La meta del profesor es Bogotá. Dice, que dada las condiciones físicas de él y Yuri Tatiana, caminará con más calma. Ambos esperan llegar a la capital en unas dos semanas. Ayer, a mediodía, estaba abandonando el Quindío, eje cafetero, localizado a unos 300 kilómetros al suroeste de Bogotá.
En su trayecto, el profesor ha recopilado firmas a favor de la libertad de los plagiados y del acuerdo humanitario.

