El costo del devastador terremoto de Chile, de 30 mil millones de dólares, podría darle a su nuevo presidente las razones que necesita para reducir el presupuesto del ejército como ningún otro mandatario izquierdista pudo, desmantelando una ley de la era de la dictadura que consagra 10% de los réditos del cobre chileno al gasto de la defensa.
La ley del cobre ha garantizado durante años enormes recursos para uno de los estamentos militares con mayores libertades de gasto en el mundo, en especial tras el auge de los precios del metal. Se calculan en 4 mil 200 millones de dólares las transferencias efectuadas de 2006 a mediados de 2009 por la compañía minera estatal Codelco a las Fuerzas Armadas de Chile, que por ley pueden gastarlas sin supervisión legislativa.
Y por supuesto que utilizaron los recursos: los gastos militares de Chile excedieron los de todos los países sudamericanos, salvo Colombia, donde el Gobierno y la guerrilla libran un conflicto armado interno.
Según el Banco Mundial, los gastos militares en Chile representan el 3.5% de la economía del país, donde el producto interno bruto ha superado en los últimos años los 160 mil millones de dólares. La Armada de Chile renovó su flota con fragatas británicas y holandesas, así como con dos nuevos submarinos Scorpion.
El Ejército compró más de 100 tanques Leopardo a Alemania. La Fuerza Aérea adquirió 10 nuevos cazas estadounidenses F-16 y 18 cazas F-16 usados a Holanda.
Con seguridad, las Fuerzas Armadas chilenas se opondrán a una reasignación de sus gastos.

