Las autoridades chinas han prohibido la construcción de hoteles en las cercanías del lago Poyang, su mayor reserva de agua dulce, y cerrarán además 150 fábricas de la zona, en un intento de salvarlo de la creciente contaminación, informó ayer el independiente South China Morning Post.
Según el plan del Buró de Protección Medioambiental de la provincia oriental de Jiangxi, también se trasladarán a zonas más alejadas del lago Poyang y sus afluentes unas 50 granjas de ganado.
La construcción de nuevos hoteles sólo será permitida a 50 metros de los ríos que desembocan en el Poyang, una de las últimas fuentes de agua potable del gigante asiático.
Estas nuevas medidas llegan tras las quejas de grupos ecologistas sobre la mala calidad del agua del lago, que era conocida por muchos como "la última cuenca de aguas limpias" a lo largo del río Yangtsé.
Según un informe de las autoridades locales, el porcentaje de agua clasificada como contaminada en el Poyang es el doble de la registrada el año pasado y alcanza ya el 17.9%.