Cinco altos funcionarios de policía turcos fueron destituidos ayer, tras la detención de por lo menos 50 personas como parte de un proceso por corrupción, informó la prensa local.
Entre los detenidos el pasado martes figuran los hijos de los ministros del Interior, Economía y Urbanismo, y el alcalde del distrito Fatih, Mustafá Demir.
La operación ahondó las divisiones entre el gobierno del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, y una importante cofradía musulmana, así como con partidos opositores, que piden la renuncia del Gabinete.
“Es el mayor escándalo de la historia de la República. Erdogan tiene que renunciar”, declaró Engin Altay, del opositor Partido Republicano del Pueblo (CPH).
Los detenidos son sospechosos de corrupción activa, blanqueo de dinero y fraude en licitaciones públicas, en tres investigaciones abiertas hace varios meses por la Fiscalía de Estambul.
Tras las detenciones, cinco altos funcionarios policiales de Estambul, incluyendo a uno de la dirección financiera, que dirigió los arrestos masivos del martes pasado, fueron destituidos y sustituidos por otros, por haberse “extralimitado en (el uso de) sus poderes”, dijo la entidad.
Pese a una represión creciente y una legislación más dura, la corrupción en Turquía sigue siendo importante, sobre todo en la construcción, que registró un auge espectacular en los últimos años bajo el poder del islamista AKP, el partido de Erdogan.
Según observadores políticos, esta redada en círculos cercanos al gobierno está relacionada con una lucha de poder entre este partido y una poderosa cofradía musulmana, otrora aliados.
Se suele considerar que la justicia y la policía están controladas por la cofradía del imán Fetula Gülen, jefe espiritual del movimiento Hizmet y residente en Estados Unidos.
Ambos bandos tienen las espadas en alto desde que el AKP decidió en noviembre cerrar muchos centros de apoyo escolar, una importante fuente de ingresos para la cofradía, que se habían convertido en una institución paralela en Turquía.

