Docenas de residentes huyeron ayer, jueves, de sus viviendas al continuar por segundo día consecutivo los combates entre insurgentes islámicos y soldados etíopes y somalíes. No se informó inicialmente de bajas.
Civiles abordaron minibuses o taxis, y los más pobres huyeron de zonas de combate transportando sus pertenencias sobre sus cabezas o en bolsas de plástico, rumbo a áreas más seguras de la capital, o abandonando totalmente Mogadiscio.
Los insurgentes dispararon ametralladoras pesadas, lanzagranadas y proyectiles de mortero, y las tropas del Gobierno y soldados etíopes respondieron con fuego de ametralladoras pesadas y con proyectiles de artillería en las batallas de la madrugada en el norte y en el sur de Mogadiscio, dijeron testigos.
Centenares de soldados fueron emplazados para reforzar a las tropas que combatieron a los insurgentes el miércoles, dijo Fathi Mohamed Aden, un anciano de un clan que observó los combates en su urbanización del norte de Mogadiscio. En una urbanización del sur de Mogadiscio, milicianos islámicos atacaron a tropas etíopes y del Gobierno instaladas en un edificio que perteneció previamente al Ministerio de Defensa, dijo Jamila Isaq Roble, una madre de seis.
El miércoles, insurgentes arrastraron los cadáveres de seis soldados, cuatro somalíes y dos etíopes, por las calles de Mogadiscio, antes de prenderles fuego, atrayendo multitudes que arrojaron piedras contra los restos humeantes y también los patearon.
Una escena similar captó la atención del mundo en 1993, cuando milicianos somalíes derribaron un helicóptero Blackhawk estadounidense durante una misión fallida para capturar a un caudillo militar rebelde. Las imágenes de soldados estadounidenses que eran arrastrados por las calles derivaron a la larga en el retiro de las fuerzas de las Naciones Unidas y el país se hundió en años de anarquía.

