Diego Gómez PickeringEspecial para La Prensa mundo@prensa.comA las 9:47 de la mañana [hora del centro de México], Felipe Calderón Hinojosa tomó posesión como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en medio de protestas y en una ceremonia de solo tres minutos de duración.
La principal protagonista fue la confrontación política entre legisladores del gobernante Partido Acción Nacional (PAN) y del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). "Prometo guardar y hacer guardar la Constitución Política (…) y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido..., declamó el Presidente tal como lo dicta el protocolo.
El Palacio Legislativo reventaba de invitados especiales, funcionarios, periodistas y, sobre todo, rechiflas de reclamo y desaprobación, de los perredistas, y vivas y aplausos de apoyo de los panistas.
Seguidamente, Calderón recibió la banda presidencial, que lo convirtió oficial y simbólicamente en jefe del Estado mexicano. Allí estaban Jorge Zermeño, de extracción panista y presidente de la Cámara de Diputados, y Vicente Fox, el presidente saliente. Camuflada entre la multitud estaba la fuerza militar encargada de la seguridad del mandatario.
Habían llegado ahí desde la tarde del miércoles en un intento de "resguardar" la tribuna ante las públicas y continuas "amenazas" de la cúpula del PRD de impedir la ceremonia de toma de posesión.
En el salón plenario del denominado Palacio Legislativo de San Lázaro resonaron las primeras estrofas del himno nacional.
Entonces, cesaron los gritos para dar paso a un canto unánime al que se sumaron todos.
Terminado el canto, se desbordaron los gritos. Los reclamos continuaron.
Zermeño hizo sonar la campana que le da prerrogativas como presidente del cuerpo legislativo y dio por concluida la sesión.
Así fue como transcurrió la ceremonia de toma de posesión, la más corta y ruidosa en la historia reciente de México.
Calderón salió del lugar –escoltado por unos 40 agentes de seguridad– que comunicaba a la tribuna con la llamada puerta tras banderas, un acceso lateral al recinto y el único que se estaba "abierto".
Por ese mismo acceso entraron los invitados especiales: El ex presidente de Estados Unidos George W. Bush, el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger; el presidente de Panamá, Martín Torrijos, hasta el príncipe heredero de España, Felipe II.
"Sí se pudo, sí se pudo", gritaban eufóricos los panistas a la salida del recién investido mandatario. "Presidente espurio", "fraude", "arriba López Obrador", contestaban los perredistas.
En medio de ambos estaba la bancada de los priístas, cuyo partido ostentó el máximo poder en el país por más de 70 años, pero que ahora está relegado a un tercer lugar.
Afuera, al menos 30 mil izquierdistas se reunieron en la plaza del Zócalo, convocados por López Obrador para protestar por la toma de posesión. VEA 24A

