Con el riesgo de decepcionar a los conservadores, el gobierno de Estados Unidos (EU) insistió ayer en una reforma migratoria cuyo eje sería un programa de "trabajadores huéspedes", como respuesta a los millones de inmigrantes clandestinos que hay.
Los secretarios de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, y de Trabajo, Elaine Chao, explicaron ante el Comité Judicial del Senado la postura del Gobierno sobre una posible reforma migratoria en EU, que reclaman tanto demócratas como republicanos.
Durante la audiencia, tanto Chertoff como Chao defendieron el plan propuesto por Bush en enero de 2004 para crear un programa de legalización temporal, que ofrece a los inmigrantes indocumentados una estancia máxima de seis años en este país.
Si después de ese tiempo no consiguen legalizar su situación, los inmigrantes "sin papeles" tendrían que marcharse de EU, algo que muchos en Washington han tildado como poco realista, por las raíces económicas de la emigración ilegal y porque la mayoría no querrá salir del país voluntariamente.
En ese sentido, Chertoff reconoció que una deportación masiva sería algo "tremendamente difícil de hacer... significaría un enorme gasto de esfuerzo y recursos".
También enumeró las acciones que ha tomado el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) para atajar el problema, incluyendo la contratación de más agentes fronterizos, un mayor número de detenciones, deportaciones expeditas a lo largo de la frontera sur, y el uso de alta tecnología para las tareas de vigilancia.
Solo en el año fiscal 2005, que concluyó en septiembre, la Patrulla Fronteriza detuvo a 1.1 millón de indocumentados, dijo Chertoff.
Agregó que el presupuesto para el DHS, que ayer firmó el presidente George W. Bush, permitirá más logros en 2006, porque incluye fondos para contratar mil nuevos agentes fronterizos; aumentar los centros de detención y la formación de ocho equipos para rastrear a quienes no cumplen las órdenes de deportación.

