Haití, una isla inmersa entre la pobreza y la incertidumbre

Haití, una isla inmersa entre la pobreza y la incertidumbre
DESESPERACIÓN. La distribución de alimentos en zonas pobres de Haití en muchas ocasiones termina en enfrentamientos.

Luego de casi un año y nueve meses de que Jean Bertrand Aristide abandonase la presidencia en medio de violentas protestas callejeras, dejando al abogado Boniface Alexandre a cargo de un gobierno de transición, Haití sigue sumido en la incertidumbre.

La violencia no se detiene en la isla, la pobreza agobia a sus habitantes y las elecciones consideradas clave para lograr la estabilidad política del país han sido aplazadas en dos ocasiones este año, aunque el gobierno anunció que los comicios presidenciales se realizarán el 27 de diciembre.

La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah, por sus siglas en inglés), integrada por 8 mil 104 elementos, entre militares y policías civiles, no ha logrado controlar todos los focos de violencia. Prueba de ello es que este año 706 civiles y ocho miembros de la misión han perdido la vida producto de la ola de violencia que sacude al país.

Y aunque ya se estableció la nueva fecha para los comicios presidenciales, algunos analistas no descartan un nuevo aplazamiento a pesar de que la constitución haitiana estipula que el cambio de administración debe darse a más tardar el 7 de febrero del próximo año.

Para la comunidad internacional, la elección del nuevo gobierno es fundamentalpara que más países u organizaciones ayuden al país más pobre del continente americano, aunque algunos analistas opinan que la contienda electoral no será la solución a los problemas.

La revuelta

La peor ola de violencia que todavía vive Haití comenzó el año pasado cuando una sangriente revuelta obligó al presidente Jean Bertrand Aristide a abandonar el país el 29 de febrero de 2004.

Bandas armadas, ex soldados y grupos políticos que se unieron brevemente en ese entonces contra Aristide aseguraban tener una agenda para el cambio.

Los disidentes prometieron una salida a las disputadas elecciones, a la represión política y al estancamiento económico que dominaron el gobierno del mandatario depuesto. Pero observadores de todas las tendencias coinciden en que ha habido muy pocas mejorías.

De hecho, "la situación -política, económica y de seguridad- se ha deteriorado drásticamente", opina Colin Granderson, jefe de la misión civil de Naciones Unidas (ONU) en Haití desde 1993 a 2000 y actual miembro de la Caricom, la organización de Estados del Caribe.

En el corazón de los problemas está el tema de la seguridad. A pesar de la presencia de las tropas de la ONU, el gobierno interino tiene dificultades para controlar el país.

Grupos armados

Remanentes del ejército que Aristide disolvió en 1995 vagan por el campo y se han convertido en las autoridades de facto en numerosos pueblos.

Por otra parte, grupos que apoyan el regreso del mandatario derrocado dominan algunos de los barrios pobres de la capital de Haití, Puerto Príncipe. Entre ellos, los de Cité Soleil y Delmas en donde constantemente grupos armados atacan y perpetran secuestros.

Además, están las bandas criminales que explotan la posición de la isla como puerto intermediario para el contrabando de cocaína entre América del Sur y Estados Unidos.

Los problemas de seguridad también han desalentado a los donantes internacionales, que han desembolsado una mínima parte de los más de mil 300 millones de dólares que ha pedido Haití.

Sin esos fondos -dicen los analistas- no hay manera de financiar los programas sociales necesarios para reactivar la economía.

Legitimidad del gobierno

En tanto, la legitimidad del gobierno interino -cuestionada desde el comienzo por la brusca salida de Aristide- sigue en la mira.

Supuestamente, este gobierno de transición actuaría como un cuerpo libre de corrientes políticas que guiaría al país hacia unos comicios transparentes.

En realidad, no ha hecho nada para superar las profundas divisiones, indican analistas. Aristide puede estar lejos, pero su figura sigue tan presente como siempre, aseguran.

"Todos en ese país aman o detestan a Aristide", señala Charles Arthur, director del Grupo de Apoyo a Haití, con sede en Reino Unido.

"El país no puede progresar. Quienes odian al ex mandatario parecen tener una necesidad psicológica de seguir con su presencia y no lo dejan ir", añade Arthur.

Mientras los líderes del partido de Aristide, Lavalas, languidecen en la cárcel sin que se les haya presentado cargos, bandas opositoras al mandato del actual presidente, Boniface Alexandre, "matan, queman casas y cometen crímenes horribles" con aparente impunidad, asegura Guyler Delva, de la Asociación Haitiana de Periodistas.

Este castigo minucioso de los seguidores de Aristide -que todavía tiene un número considerable de seguidores- ha imposibilitado cualquier proceso de reconciliación nacional, dice Delva.

Y precisamente, lo que más se necesita en la isla antes de los comicios es la reconciliación nacional, opinan los analistas.

Reto electoral

Otro de los desafíos que enfrenta el Gobierno haitiano y la comunidad internacional es evitar que los próximos comicios se conviertan en motivo de nuevos enfrentamientos violentos.

Delva asegura que las elecciones para las cuales se han registrado 3.4 millones de votantes no son vistas como un proceso transparente y creíble. Agrega que esto podría restarle legitimidad al nuevo gobierno.

Charles Arthur anticipa que no es del todo seguro que las elecciones resuelvan completamente los problemas de la nación caribeña.

"Se requiere mucho más del proceso político que la realización de comicios, que al parecer es todo lo que a la comunidad internacional le interesa", indica.

"La clave de las elecciones es encontrar un partido con un programa que sea capaz de sacar al país del estado en que se encuentra", dice.

Además de los comicios presidenciales, los haitianos también deberán de celebrar elecciones el 31 de enero para los para 129 escaños legislativos.

Pobreza

Para el ex comandante de la Minustah, el general brasileño Heleno Ribeiro Pereira, la pobreza extrema de este país, -donde el 70% de la población no tiene empleo- agrava la situación de violencia política que se desencadenó con el derrocamiento de Aristide.

Ribeiro Pereira, quien abandonó la misión el 1 de septiembre de este año, asegura que "la misión fracasará si los actores involucrados no se convencen de que es preciso mejorar cuestiones básicas a nivel de infraestructura". El general dice que es necesario mejorar la economía y aumentar el número de efectivos de la policía nacional de la isla.

En tanto, Tomas Brundin, ex jefe de cooperación internacional en ese país, asegura que Haití vive la peor crisis humanitaria de la región y afirma que la situación se agravó por el paso de huracanes y tormentas tropicales.

Brundin dice que se equivocan aquellos que piensan que el problema es solo haber tenido un gobierno como el de Aristide, pues la pobreza y el alto nivel de corrupción tampoco han contribuido al bienestar del país.

Varias de las organizaciones, que siguen de cerca la situación de Haití también han señalado que la solución de los problemas de los que depende la restauración de la paz social y la democracia escapa de las manos de los uniformados.

Según Guy Gauvreau, director del Programa Mundial de Alimentos en Haití, el 76% de los habitantes de la isla caribeña vive con menos de 2 dólares al día y un 55% vive con menos de 1 dólar.

"El estado de pobreza es extrema en la isla y eso tiene consecuencias, particularmente en el tema de la seguridad", señaló.

Mientras que el director del Programa Alimentario Mundial de la ONU (PAM, por sus siglas en inglés), Mamadou Mbale, señaló que en muchas ocasiones la distribución de alimentos en barrios empobrecidos y violentos de Puerto Príncipe se convierte en todo un desafío.

El funcionario cita casos como el del barrio de Cité Soleil, donde su población desesperada por el hambre se abalanzó y saqueó los camiones del PMA que habían llegado llenos de alimentos que iban a ser distribuidos.

Según datos de las Naciones Unidas, la desnutrición crónica afecta al 42% de los niños menores de cinco años y las enfermedades asociadas con esta deficiencia nutricional causan la muerte de más del 40% de los infantes.

Ante toda esta situación, queda claro que el futuro del país más pobre del continente americano seguirá siendo incierto aunque se celebren las tan anticipadas elecciones.

(Vea Consejo Electoral confirma que hay 35 candidatos a presidente)


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