Un grupo de manifestantes se tomó ayer la Catedral de Cali, en momentos en que se oficiaba una eucaristía en ese templo religioso.
A los pocos minutos de la toma, que sorprendió tanto a feligreses como a los sacerdotes de la Catedral, los manifestantes fueron desalojados por agentes de la Fuerza Pública.
El sacerdote Julio García defendió el derecho a protestar, pero condenó el acto de invadir el templo religioso de manera violenta.
Los campesinos e indígenas, que propiciaron la toma de la Catedral, reanudaron la protesta en los alrededores de la iglesia.
A la manifestación se sumaron también estudiantes universitarios.
Los indígenas y campesinos reclaman una mejoría en sus condiciones de vida. Esta es la razón de la oleada de protestas que arrancó el martes pasado en diferentes ciudades del país.
Además de Cali, había concentraciones indígenas y campesinas en Ibagué, Neiva y en el Cauca, donde un grupo de indígenas intentó nuevamente bloquear el paso por la carretera Panamericana.
En Neiva, capital del Huila, desfilaron ayer cerca de 4 mil personas provenientes del área rural. Mientras que en Ibagué, en el Tolima, unos 12 mil campesinos permanecían apostados en las aceras y parques del centro de esa ciudad.

