René Santana El profesor Juan Bosch, como solíamos decirle los dominicanos y todo aquel que le trató, dejó de existir la madrugada del miércoles 31 de octubre a las tres y quince de la madrugada, por insuficiencia respiratoria aguda y tras permanecer recluido por varios meses en un Centro de Medicina Avanzada, en la capital dominicana. La causa de la defunción del ex presidente de la República Dominicana y líder del Partido de la Liberación Dominicana -PLD- fue revelada por el patólogo Sergio Sarita Valdez, uno de los médicos que estuvo a su lado durante su convalecencia en este centro asistencial. A la hora de su muerte, contaba con 92 años de edad.
El pueblo tiene suficiente motivo para estar de luto; la elocuencia de los gritos y la congoja estampada en el rostro y el ánimo de los dominicanos son prueba de ello. El actual presidente Hipólito Mejía, declaró tres días de luto y el cadáver del líder político fue trasladado al Palacio Nacional para recibir los honores correspondientes a su condición de ex presidente del país.
Juan Bosch nació en la ciudad de La Vega, República Dominica, el 30 de junio de 1909, vivió los primeros años de su vida en Río Verde, donde realizó sus estudios primarios y más tarde su familia regresó a La Vega, donde cursó los primeros años del bachillerato. En 1931, siendo muy joven se trasladó a Santo Domingo, la capital del país, recién iniciada la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Allí publicó su primer ensayo titulado Indios, inmediatamente después publicó Camino Real y la laureada novela La Mañosa, una de sus obras más exaltadas por la crítica literaria. Su pluma fecunda y crítica le valió varios años de encarcelamiento en los inicios de la dictadura de Trujillo. Como consecuencia de la persecución de que era objeto por los matones del dictador, se vio impulsado a abandonar el país, estableciéndose en Puerto Rico en el año de 1938, y tiempo después se traslada a Cuba donde dirigió la edición de las obras completas de Eugenio María de Hostos.
Trujillo estuvo siempre pendiente de los pasos políticos del profesor Juan Bosch en el exilio; lo consideraba un enemigo peligroso y gastaba energía en impedir su regreso al país. Pero la muerte del sátrapa Trujillo en 1961, sirvió para despertar las energías sociales y políticas de la nación y dio inicio a un intenso proceso de democratización. De pronto surgieron en el país actores que la dictadura había reprimido o marginado: exiliados políticos, partidos políticos, sindicatos, asociaciones de profesionales, organizaciones estudiantiles y prensa libre. En menos de un año, el sistema político dominicano sufrió una rápida transformación. Las manifestaciones políticas y las concentraciones de masas se convirtieron en medios efectivos para ejercer presión popular contra los reductos de la familia del dictador y contra Joaquín Balaguer, el último presidente nombrado por Trujillo. Estas efervescencias políticas abonaron el terreno para que el profesor Juan Bosch regresara del exilio. Ya en el país, el escritor y líder político, que en el año 1939 fundó el Partido Revolucionario Dominicano, en Cuba, se aunó a otras fuerzas políticas para liquidar lo que quedaba de la tiranía trujillista representada entonces por Joaquín Balaguer y los hijos y hermanos del dictador que controlaban las fuerzas armadas.
La maniobra política de Balaguer, distinguido por su sagacidad, después de intensas negociaciones con la oposición política, desembocó en la creación de un Consejo de Estado integrado por siete miembros y presidido por él. Los objetivos del Consejo de Estado eran esencialmente políticos, pues fue concebido como un gobierno de transición cuya responsabilidad principal era organizar elecciones libres antes de un año y preparar el clima político para la instalación de un nuevo gobierno constitucional. Esas elecciones se celebraron el 20 de diciembre de 1962 y las ganó arrolladoramente Juan Bosch, candidato, presidente y fundador del Partido Revolucionario Dominicano. Bosch tomó posesión el 27 de febrero de 1963. Sus ideas generales sobre el ejercicio del poder eran democráticas, populistas y reformistas, que resultaron muy avanzadas para un país que apenas salía de una sangrienta tiranía. Por esta razón, sectores conservadores lo tildaban de comunista o izquierdista. La libertad política que preconizó su nuevo gobierno constitucional, generó un clima de optimismo y estimuló el debate sobre cuál sería la mejor forma de acelerar el desarrollo. La filosofía socialdemócrata y reformista que Bosch practicaba, los sectores trujillistas, acostumbrados a vivir con el poder y bajo la sombra del tirano, la consideraban una amenaza para sus intereses, y la situación comenzó a empeorar cuando las fuerzas armadas fueron sometidas al poder político personalizado en el presidente de la República y despojadas de los desmesurados privilegios que les garantizaba la dictadura. Muchos de los principales jefes militares fueron puesto en retiro y los que no, supeditados a la nueva Constitución política.
Pero el 25 de setiembre de 1963, siete meses después de haber asumido el poder, se interrumpió la institucionalidad, con un incruento golpe de Estado perpetrado por los militares en contra del gobierno de Juan Bosch, que fue reemplazado por un triunvirato. Poco después, un grupo de jóvenes revolucionarios, defensores a ultranza de la constitucionalidad y de los postulados políticos de Juan Bosch, se sublevó en las montañas para luchar contra el Triunvirato. Pero estos jóvenes fueron rodeados rápidamente por las tropas del Ejército y forzados a rendirse. Una vez hechos prisioneros, casi todos fueron asesinados y solo a unos pocos se les perdonó la vida. El Triunvirato solo pudo mantenerse en el poder gracias al apoyo de Estados Unidos, de políticos conservadores poderosos y de los generales trujillistas en las Fuerzas Armadas, a quienes se les había restituido los privilegios y el poder que habían perdido en los siete meses de gobierno de Juan Bosch.
La impopularidad del Triunvirato era extrema, y el pueblo, que había disfrutado del estilo democrático del gobierno de Bosch, cifraba grandes esperanzas en su regreso al poder. Bosch se encontraba en Río Piedras, Puerto Rico. Desde allí conspiraba contra el Triunvirato, y en 1965 esta conspiración fue descubierta; pero ya no había vuelta atrás, toda vez que un sector de las Fuerzas Armadas liderado por el coronel Alberto Camaño Deñó favorecía el retorno a la constitucionalidad, apoyado por los estudiantes, sindicatos y algunos movimientos políticos. Las Fuerzas Armadas estaban divididas y el 25 de abril de 1965 explotó la guerra civil en la ciudad de Santo Domingo. Los grupos políticos seguidores de Bosch organizaron guerrillas urbanas para destruir al antiguo Ejército trujillista que luchaba en contra del retorno del profesor Bosch.
Al cabo de cierto tiempo de intensos combates en las calles de Santo Domingo, las fuerzas constitucionalistas lograron derrotar a las tropas regulares del Ejército, pero el retorno de Juan Bosch nunca se materializó, ya que el presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, ordenó la intervención de 42 mil soldados de la marina norteamericana, frustrando la esperanza de un pueblo que aunque enfrentó con gallardía las tropas invasoras, tuvo que capitular después de sangrientas batallas en las calles de la Primera Ciudad de América, Santo Domingo. Como era de esperarse, surgió un gobierno conservador impuesto por Estados Unidos y encarnado por Joaquín Balaguer, o lo que era lo mismo, la vuelta al trujillismo.
El primero de junio de 1966, el doctor Joaquín Balaguer asume la presidencia de la República y se mantiene en el poder por doce largos años, inaugurando uno de los más tétricos y horripilantes períodos que haya conocido el pueblo dominicano, que en muchos pasajes Trujillo envidiaría.
Como se ve, aunque el escritor y líder Juan Bosch retornó al país, nunca jamás volvió a ostentar el poder; Balaguer se encargó de impedirlo, amañando elecciones y esgrimiendo las más inimaginables campañas difamatorias, teniendo éxito dentro de la masa campesina y sectores políticamente incultos. Pero el principal enemigo de Juan Bosch no fue Balaguer, sino su inmaculada seriedad.
Como escritor, sus obras fueron ampliamente difundidas por Europa, siendo conocido más en el Viejo Continente que en América, y cuya prolífica antología es uno de los más grandes legados que el pueblo dominicano hoy recibe orgulloso de su trayectoria literaria. Son sus obras más sobresalientes: Camino Real, 1933; La Mañosa, 1936; Hostos, El Sembrador, 1939; Mujeres en la vida de Hostos; Cuba, la isla fascinante; Judas, Iscariote, El CalumniadoTrujillo: causas de una tiranía sin ejemplo; Cuentos escritos en el exilio; David, biografía de un rey: más cuentos escritos en el exilio; Crisis de la democracia de América en la República Dominicana; El pentagonismo, sustituto del imperialismo; El próximo paso: dictadura con respaldo popular; Composición social dominicana; El oro y la paz, entre muchas otras.
En lo político nos enseñó el camino de lo posible; es decir, nos enseñó que se puede ser serio y político al mismo tiempo. Que el poder político es una invalorable herramienta para usarla en favor del desarrollo y no en contra. En 1973, renunció del Partido Revolucionario Dominicano y fundó el PLD, Partido de la Liberación Dominicana.
Se fue físicamente, pero en el corazón y la mente del pueblo dominicano su herencia perdurará para siempre, pues sus más sobresalientes adversarios nunca le negaron el respeto que su indiscutida probidad le merecía. Una frase de su discurso de aquellos tiempos reza: Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará cambiar nuestra conducta. Nos hemos opuestos y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución y a la tortura.
Vivió y murió humilde cómo suelen vivir y morir los auténticos líderes.
