En medio de una gran expectación mediática, la joven austriaca Natascha Kampusch dio ayer su primera entrevista televisiva para contar algunos aspectos del secuestro que la mantuvo encerrada durante más de ocho años en un reducido calabozo subterráneo en las afueras de Viena.
Vestida de forma moderna y con un pañuelo violeta en la cabeza, Natascha habló durante casi 40 minutos con el periodista de la televisión pública ORF, Christoph Feurstein, quien había seguido su caso durante los ocho años de su desaparición.
"Me siento bien, dadas las circunstancias. Lo que más hago es intentar relajarme, recuperarme del estrés de la huida", fueron sus primeras palabras ante las cámaras, y con ello también la primera vez que el mundo pudo oír su voz.
En un alemán muy elocuente, sobre todo teniendo en cuenta que pasó casi la mitad de su vida aislada del mundo exterior, Natascha contó luego los detalles de su captura, de su vida cotidiana, de los primeros intentos de fuga y de sus planes para el futuro.
Entre estos planes destaca el de crear una fundación para ayudar a otras personas que hayan pasado por su trance, como por ejemplo las mujeres secuestradas en México.
"Hay una región donde muchas mujeres son secuestradas antes o después de acudir a su trabajo, y luego son maltratadas y asesinadas. Quiero usar el dinero para evitar que se produzcan más de esos casos", dijo en clara referencia a los crímenes de Ciudad Juárez, en el norte de México.
La joven de 18 años dijo que desde el primer momento de su rapto, el 2 de marzo de 1998, sentía que era "más fuerte" que su secuestrador, el técnico de electrónica Wolfgang Priklopil, que terminó suicidándose tras la huida de Natascha el pasado 23 de agosto.
"Él tenía una personalidad muy inestable. Eso se debió a la falta de protección recibida", comentó. Aseguró que durante su rapto no sintió "ningún miedo" porque su secuestrador le dijo que si sus padres pagaban un rescate por ella iba a poder volver a casa "el mismo día o al siguiente". "Estaba segura de que me iba a matar de todos modos, por lo que pensé que lo mejor era usar los últimos minutos u horas de mi vida de forma útil para intentar hacer algo, huir o hablar con él", manifestó.
