El cementerio más grande de Londres intenta persuadir a los londinenses a que compartan la tumba con un extraño.
A esa insólita propuesta muchos responden: “Yo no pondré a mi padre en una tumba de segunda mano”, dijo Gary Burks, supervisor y registrador del Cementerio de la Ciudad de Londres, el lugar de descanso final de cerca de un millón de londinenses. “Tienes que lidiar con esa mentalidad”.
El problema es muy británico. Muchos países europeos reciclan los sepulcros después de un par de décadas. Los británicos no, como resultado de factores que incluyen la tradición y una obsesión sanitaria que data de la época victoriana.
Para muchos, la tumba de un inglés, igual que su casa, es su castillo.
En la mayor parte de Gran Bretaña, volver a usar tumbas antiguas es ilegal, pero el cementerio londinense aprovecha un vacío legal que permite que las tumbas a las que les quede algo de espacio puedan ser reclamadas después de 75 años.
Desde un cambio en la ley el año pasado, comenzó un proceso de excavar en añejos sepulcros para enterrar a mayor profundidad despojos antiguos y poner nuevos cadáveres encima, lo que ha sido denominado tumbas de “doble piso”.
Esta solución permitirá continuar enterrando personas en el cementerio durante unos seis o siete años más, dijo Burks.
Hasta ahora, ningún otro camposanto está reciclando las tumbas.
