Una flota de casi 200 embarcaciones enfrentaba ayer martes un gran derrame de petróleo en el Golfo de México, aprovechando la llegada de un clima favorable para intensificar la pelea por limitar su impacto sobre la costa de Estados Unidos (EU).
La gigante de energía BP Plc, bajo una fuerte presión de Washington, intentaba ayer contener el daño provocado por la pérdida de más de 5 mil barriles (795 mil litros) diarios que amenaza al transporte, la vida silvestre y las playas de una de las zonas de pesca más fértiles del país.
Un mar más tranquilo, tras días de vientos fuertes y olas de gran altura, colaboraba con el avance de una de las mayores operaciones de control de una fuga petrolera jamás emprendida.
Las embarcaciones reparaban kilómetros de barreras de contención desplegadas a lo largo de las costas del Golfo, intentando frenar la marea negra estimada en una superficie de 208 km por 112 km.
“Nuestra mayor preocupación es que el petróleo entre, en cualquier cantidad que sea (y) una vez que lo haga (...) mate a todos los langostinos”, dijo Dan Dix, capitán de un bote en las costas de Venice, Louisiana.
“Si mueren los langostinos, mueren los peces que se alimentan de los langostinos, y si mueren los peces no quedará nada en el Golfo de México. Esto podría ser un desastre absoluto por años y años”, añadió.
