El ex primer ministro Mijaíl Kasiánov dio esta semana el pistoletazo de salida para las presidenciales de 2008 al anunciar sus ambiciones políticas en medio de crecientes debates sobre si en Rusia es posible una "revolución de terciopelo".
Tras un año de silencio desde su destitución, Kasiánov denunció la falta de democracia en Rusia, criticó la gestión socio-económica del Kremlin, instó a la unidad a las fuerzas liberales y adelantó su propósito de relevar en 2008 al actual presidente, Vladimir Putin.
Kasiánov, hombre del entorno del primer presidente Boris Yeltsin, fue jefe de Gobierno durante el primer mandato de Putin (2000-2004) y es apreciado en Occidente como el artífice de la estabilidad macroeconómica recuperada tras el colapso financiero de 1998.
Su declaración, hecha a tres años de la cita con las urnas, causó perplejidad entre la clase política, con valoraciones que van desde su intención de abanderar una "revolución de terciopelo" a sospechas de ser un proyecto secreto del Kremlin para sondear la reacción pública, alarmar a posibles candidatos o dividir a los liberales.
El ejemplo de Kasiánov lo siguieron inmediatamente otros dos conocidos políticos y diputados, considerados leales al Kremlin: el ex comunista Guennadi Selezniov, quien presidió la Duma rusa durante las dos legislaturas anteriores, y el "ultra" Vladímir Yirinovski.
Selezniov -visto como la alternativa, leal al poder, al líder comunista Guennadi Ziugánov, quien estuvo a punto de frustrar la reelección de Yeltsin en 1996-, expresó su voluntad de aspirar al Kremlin como el principal "candidato de la izquierda".
Con ese fin, anunció su propósito de agrupar a las fuerzas de izquierda y "patrióticas", no aliadas con el PC opositor, en una Unión Patriótica, que definió como "un nuevo partido de centro-izquierda, de marcado carácter social".
A los dos primeros aspirantes se sumó enseguida Yirinovski, actual vicepresidente de la Duma cuyas críticas al Gobierno nunca son óbice para que su ultranacionalista Partido Liberal Democrático respalde las decisiones más polémicas del Kremlin.
El controvertido político, quien fue candidato a la Presidencia rusa en todas las elecciones menos las últimas, en las que Vladimir Putin renovaba su mandato, declaró que "yo aspiro a la victoria" y, como mínimo, espera quedar segundo para ganar en el año 2012 o bien en el año 2016.

