El Movimiento de Países No Alineados (NOAL) tiene ante sí el reto de demostrar la unidad que sus miembros alegaron haber recuperado durante su XIV cumbre, sobre todo cuando la férrea oposición a Estados Unidos del nuevo presidente del grupo pareciera no ser compartida por todos.
La cumbre, que congregó a 56 mandatarios y representantes de 118 países, concluyó la madrugada de ayer, domingo, tras una última jornada de poco más de 16 horas con la aprobación de documentos en los que se puso de manifiesto la necesidad de que el NOAL actúe unido frente a la nueva realidad del siglo XXI: un mundo donde algunos países desarrollados como Estados Unidos intentan imponer su visión.
El documento final del encuentro respaldó que Irán desarrolle programas nucleares con fines pacíficos, condenó los recientes ataques de Israel al Líbano y apoyó las formas de gobiernos de Bolivia y Venezuela.
La cumbre, de hecho, reunió a algunos de los principales opositores de Washington como el venezolano Hugo Chávez, el iraní Mahmoud Ahmadineyad, y el número dos de Corea del Norte, Kim Yong Nam.
Pero también congregó a representantes de otros países que se han destacado por su cercanía con las políticas estadounidenses, como Guatemala y Colombia.
Guatemala, representado en la reunión por el vicepresidente Eduardo Stein, es signatario junto a otros países centroamericanos de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, país que le ha brindado respaldo en su actual disputa con Venezuela por un asiento no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Colombia, cuya misión encabezó el vicepresidente Francisco Santos, tiene una abierta relación con Estados Unidos, de cuyo gobierno ha recibido unos 4 mil millones de dólares desde el año 2000, a través del llamado Plan Colombia de combate al narcotráfico.
El canciller cubano Felipe Pérez Roque reconoció el sábado lo complicado que será asumir posiciones en bloque.
