Cinco personas murieron carbonizadas, entre ellas una niña de dos años, y otras 13 fueron heridas, cuando un grupo de presuntos narcotraficantes incendió el ómnibus en el que viajaban en el norte de Río de Janeiro, lo que llevó a la policía a ocupar virtualmente dos "favelas" para hallar a los responsables del ataque.
"Es un acto de barbarie", calificó el jefe de la policía civil, Alvaro Lins, sobre el ataque al ómnibus de la línea 307 que fue incendiado el martes a la medianoche en el barrio de Penha, en la zona norte de la capital turística de Brasil.
De acuerdo con los relatos de pasajeros y del chofer del ómnibus, cuatro mujeres jóvenes hicieron señas para que el ómnibus parara. Una vez que el ómnibus paró, fue invadido por una docena de hombres, que agredió al chofer, derramaron de inmediato un líquido inflamable -presuntamente gasolina- y arrojaron dos bombas de fabricación casera. Los delincuentes no permitieron que el chofer abriera la puerta de salida en el fondo del vehículo, lo que impidió que los pasajeros pudieran escapar de la trampa mortal.
Entre los casos más dramáticos se cuenta el de un matrimonio que viajaba con su hija.
