Nigeria transfirió ayer, jueves, al vecino Camerún la autoridad administrativa sobre la disputada península de Bakassi, tal como dictaminó en 2002 la Corte Internacional de Justicia de La Haya y el llamado Acuerdo de Greentree, firmado en ese distrito de Nueva York el 12 de junio de 2006 a instancias de la ONU.
La entrega del territorio, en presencia de una misión de la ONU, fue formalizada por el procurador general de la Nación y ministro de Justicia nigeriano, Michael Aondokaa.
Tras la firma de los documentos de la retirada de Nigeria, la península, zona rica en petróleo, fue entregada formalmente a Camerún, lo que pone fin a décadas de una disputa que llevó varias veces a estas dos naciones de África Occidental al borde de la guerra.
La ceremonia de entrega, llevada a cabo en la casa de Gobierno en Calabar, capital del estado nigeriano de Cross River, en el sudeste de Nigeria, culminó con la interpretación de los himnos nacionales de los dos países.
La cesión de Bakassi ha provocado oposición en Nigeria, sin embargo el presidente nigeriano, Umaru YarAdua, puntualizó que aunque sea “doloroso para todos es un compromiso que tenemos con la comunidad internacional y debemos respetarlo”.
La principal oposición provenía del Parlamento, ya que los legisladores insistían que la entrega de Bakassi a Camerún era ilegal, pues el Acuerdo de Greentree no había sido ratificado por la legislatura nigeriana.
Sin embargo el Senado aprobó el miércoles la ley correspondiente y resolvió el último obstáculo legal para que se efectuara la cesión del territorio en disputa, tal como explica en su edición de ayer jueves el periódico The Vanguard, que encabeza su primera plana con el titular “Adiós Bakassi”.
En 1980, los dos países estuvieron a punto de entrar en guerra por la zona y en 1994 el gobierno de Yaundé recurrió al arbitraje de la Corte de La Haya, mediación que Nigeria aceptó hasta que, en octubre de 2002, la sentencia, inapelable, adjudicó la península a los cameruneses.
En medio de una fuerte presión de la opinión pública, el entonces presidente nigeriano, Olusegun Obasanjo, rechazó el dictamen, lo que hizo temer que la guerra fuera inminente, aunque posteriores rondas de negociación entre los dos vecinos, auspiciadas, entre otros, por Francia y Naciones Unidas, rebajaron la tensión.

