SYDNEY, Australia (EFE). Un nuevo incendio en las afueras de Sydney se registró ayer martes debido a las altas temperaturas y los fuertes vientos, condiciones meteorológicas que se repetirán en el sureste australiano durante los próximos días, según los expertos.
Los Servicios de Bomberos Rurales han desplazado un helicóptero contra incendios hacia el Parque de Pennant Hills para mitigar el daño que podría causar el fuego que se acerca rápidamente hacia las viviendas del distrito.
El comisario de los Servicios Rurales de Bomberos, Phil Koperberg, indicó que permanece el estado de alerta a pesar de que los residentes de esta área del norte de Sydney no han sido evacuados.
El calor de más de 35 grados, combinado con la escasa humedad y vientos de más de 70 kilómetros por hora, son una constante en estos días en que más de 10 mil bomberos y voluntarios luchan por extinguir los incontrolables incendios.
Además, los expertos predicen que continuarán las mismas desalentadoras condiciones meteorológicas en el sureste australiano durante los próximos días junto a la ausencia de la ansiada lluvia, cuya aparición serviría para aliviar la catástrofe.
Koperberg explicó que el sureste australiano atraviesa condiciones meteorológicas sin precedentes y destacó la incidencia de las bajas presiones sobre Tasmania durante casi diez días como factor determinante para los incendios.
La casi imperceptible lluvia que cayó ayer sobre Sydney no ha hecho más que debilitar los esfuerzos de los bomberos que tratan de establecer cortafuegos y mantener las llamas fuera de las zonas urbanas.
Uno de los portavoces del Servicio de Bomberos Rurales, Mark Sullivan, indicó que la lluvias han humedecido el terreno y creado más humo en el área e imposibilitado en gran parte las tareas para contener las llamas.
En el resto del estado de Nueva Gales del Sur, los vientos del noroeste avivaron las llamas de los casi 80 incendios que aún continúan activos, en especial en las Montañas Azules, el Parque Nacional Wollemi y en Sussex Inlet, al oeste, norte y sur de Sydney respectivamente.
Tom Bagnet, uno de los bomberos que trabaja en la operación para controlar el incendio declarado en el área protegida de Wollemi, manifestó que varios de los residentes de las localidades aledañas debieron de ser evacuados ayer después de que las llamas traspasaran los cortafuegos de 30 kilómetros de longitud.
Bagnet agregó que los bomberos básicamente nos hemos replegado para concentrarnos en la protección de las propiedades ante el avance de las llamas, que ya han quemado más de 20 mil hectáreas de bosque.
El fuego también ha saltado la barrera de contención de la sureña zona de Sussex Inlet obligando a los residentes y excursionistas a abandonar el lugar, al igual que en las Montañas Azules donde tras las tareas de evacuación las llamas permanecen al acecho.
Los Servicios Rurales de Bomberos consideran que los actuales incendios son más destructivos que los vividos en 1994 que causaron la muerte de cuatro personas y la desaparición de 180 hogares.
A la espera de que la dramática jornada de ayer en el sureste australiano se repita en los próximos días, los servicios de bomberos han solicitado a los demás estados del país que envíen con carácter de urgencia más refuerzos para hacer frente a los incendios.
El principal foco de los incendios, que han arrasado hasta la fecha más de 150 viviendas y 300 mil hectáreas de bosques, surgió el pasado 25 de diciembre en las Montañas Azules y se extendió hacia la costa a una velocidad aproximada de diez kilómetros por hora.
A pesar de las pérdidas materiales, calculadas en unos 30 millones de dólares, y la muerte de al menos 5 mil ovejas, la catástrofe no ha provocado hasta ahora víctimas humanas.
