La ambiciosa misión Mars Science Laboratory (MSL), que permitió depositar en forma controlada la sonda astromóvil (rover) Curiosity sobre el suelo de Marte, renueva el desafío de llevar al hombre al planeta rojo para mediados de 2030.
Curiosity abre el camino a una nueva era de la exploración espacial, de la mano de una misión de 2 mil 500 millones de dólares que envió a Marte el laboratorio más complejo jamás lanzado a otro planeta.
“Quedará como uno de los momentos de orgullo nacional”, comentó el presidente norteamericano, Barack Obama, poco después del descenso: “Esta noche, en Marte, Estados Unidos hizo historia”, agregó.
La misión de la sonda y su espectacular aterrizaje reavivaron el entusiasmo por la exploración espacial, con miles de personas siguiendo los llamados siete minutos “de terror”, es decir los 420 segundos de maniobras necesarias para depositar a Curiosity en el suelo marciano.
El descenso supuso una compleja operación, pues hubo que reducir la velocidad adquirida, de 21 mil 243 kph a apenas 2.74 kph, mediante el despliegue de un enorme paracaídas y la activación de una grúa para depositar lentamente el robot.
El evento fue seguido vía internet y gracias a decenas de pantallas gigantes instaladas para la ocasión en numerosas ciudades de Estados Unidos, incluyendo Times Square de Nueva York.
Un entusiasmo traducido en las palabras del administrador de la NASA, Charlie Bolden: “Hoy, las ruedas de Curiosity empezaron a trazar el recorrido para las huellas humanas en Marte”.
Así renovó el desafío para enviar hacia mediados de 2030 una tripulación humana sobre el planeta rojo.
El gran entusiasmo se ve justificado por los enormes desafíos tecnológicos en los que la misión MSL resultó vencedora: tras haber recorrido en ocho meses más de 500 millones de kilómetros, la sonda lanzada en noviembre de 2011 completó la extraordinaria maniobra hasta depositar de manera totalmente autónoma, sin control terrestre, el astromóvil Curiosity sobre suelo marciano.
Un desafío dictado por su gran masa, tres veces la de sus predecesores, y la voluntad de experimentar un descenso suave.
Curiosity, además, representa el astromóvil más sofisticado jamás construido. Equipado con 10 instrumentos científicos –entre ellos un láser para pulverizar pequeñas muestras de roca– buscará los “ingredientes” de la vida, verificando si en el pasado hubo formas de vida microbiana e intentando descubrir si el planeta puede soportar vida en el futuro.
El lugar elegido para el aterrizaje, el cráter Gale en las cercanías del monte Sharp, no fue azaroso: se trata de un depósito aluvional rico en sedimentos transportados por el agua que antiguamente estaba en la superficie marciana. Terreno que, por lo tanto, aún podría custodiar huellas de compuestos orgánicos o “fósiles” de actividad microbiana.
Curiosity se dirigirá luego al monte Sharp, una montaña marciana de unos 5 mil metros de altura, con capas de sedimentos que pueden tener hasta mil millones de años y contener valiosa información sobre el pasado del planeta rojo. Pero puede pasar todo un año terrestre antes de que llegue a la base de este pico, que se cree está a unos 20 kilómetros del lugar donde se posó Curiosity.
