La relación del presidente Barack Obama con Chicago, su antigua ciudad de residencia, puede describirse como un romance a distancia, pues le concede demasiada atención de lejos mientras la orgullosa urbe de los vientos suspira por su héroe adoptivo, aunque ambos se ven sólo en raras ocasiones. El cambio parece cernirse sobre esa situación.
Obama regresa a sus raíces al embarcase en su campaña por la reelección en 2012. Decidió instalar su casa de campaña en un rascacielos céntrico, cerca de Grant Park, donde celebró su victoria electoral en una noche fría en noviembre de 2008.
El jueves regresará a Chicago para recaudar dinero, una semana después de anunciar que aspira a un segundo mandato en la Casa Blanca en un correo electrónico y en un video en línea.
El presidente vuelve a colocar a Chicago en la palestra pública con la intención de recrear el dejo popular y fresco de su primera campaña y hacer lo que ningún presidente candidato ha hecho en décadas: tratar de ganar la reelección desde un lugar que no es el tradicional Washington DC.

