Su legendaria habilidad para escabullirse no le sirvió esta vez. El Mono Jojoy cayó abatido por una operación de nombre bíblico, en que literalmente le llovió azufre y fuego en su refugio de La Macarena, en el central departamento colombiano de Meta, lo que fue considerado por el Gobierno como el más fuerte golpe a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En la llamada “Operación Sodoma” participaron unos 30 aviones y 27 helicópteros de la fuerza aérea, el ejército y la policía entre el lunes y miércoles.
La noticia sacudió a Colombia que se debate entre la sorpresa, la esperanza, la alegría y el temor por lo que está por venir.
Por su parte, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos —desde Nueva York, en donde participa en la Asamblea General de la ONU— reaccionó declarando a la eliminación del líder guerrillero como “el golpe más grande que se le da a las FARC en toda su historia”. “Es una noticia histórica para nuestro país”, sentenció.
Por su parte, el Secretario de la Conferencia Episcopal Juan Vicente Córdoba advirtió que a pesar de todo, no es correcto promover la alegría por una muerte y llamó a los colombianos a ver que la guerra lo único que trae es más guerra, tristeza, desolación y bajas de lado y lado.
El comandante de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), general Julio González, dijo a la AP que hubo operativos durante dos días con la participación de 60 aeronaves.
La acción se desarrolló cerca del caserío La Julia, departamento de Meta, a unos 190 kilómetros al surde Bogotá.
El presidente Santos precisó que al menos unos 20 rebeldes también murieron, y que entre ellos puede haber otros jefes importantes de la guerrilla. “Esta es la operación bienvenida que les habíamos prometido a las FARC”, aseguró. También murieron cinco militares.
Santos precisó que la muerte del guerrillero “es como si aquí en Nueva York le dijeran a los neoyorquinos que cayó Osama bin Laden ... [Jojoy] llevaba 35 años generando terror entre los colombianos”.
El ministro Rodrigo Rivera explicó que el Mono Jojoy estaba en un campamento de más de 300 metros de longitud, con un búnker construido en concreto, con túneles y áreas de escape dispuestas estratégicamente y confirmó las sospechas de que “hubo colaboración de miembros de las FARC”.
Esta versión fue apoyada por Álvaro Balcázar, el oficial civil encargado de un plan social gubernamental en la región, quien dijo: “Esta operación no se pudo haber hecho sino con apoyo interno (...) Se necesitan las operaciones precisas con inteligencia [y] con gente adentro”.
Otro general de las Fuerzas Militares, que pidió que su nombre no fuera publicado por no estar autorizado para hablar públicamente, indicó que Jojoy murió en el bombardeo.
El golpe dado ayer es muy importante porque, como señala el ex ministro del Interior Fernando Londoño: “El Mono Jojoy era el único de las FARC que no tenía reemplazo (...) fue un golpe de muerte a la estructura de las FARC... tanto militar como psicológicamente”.
Aunque el golpe es fuerte, el ministro Rivera llamó a los militares a no perder el foco y bajar la guardia, y conminó al N° 1 de las FARC, Alfonso Cano, entregarse con la promesa de un “trato digno” y “justo”.
