El Papa pide paz para el mundo

El Papa pide paz para el mundo
El papa, Juan Pablo II, dio ayer señales de cansancio durante la consagración del santuario de la Misericordia Divina.

El Papa se entrevistó ayer sábado con el presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, con quien analizó las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre en el mundo y abogó por un cambio en el pensamiento del hombre para que se imponga la paz.

El gobernante polaco le informó también del estado de las negociaciones para la entrada de Polonia en la Unión Europea y de la situación del país, cuya economía no marcha lo rápida que se esperaba.

Tras la entrevista, Juan Pablo II recibió al primer ministro, Leszek Miller.

Kwasniewski dijo a la prensa que habló con Papa de la consecuencias que han traído al mundo los atentados del 11 de septiembre y que el Pontífice le expresó la necesidad de cambiar la manera de pensar del hombre para que la violencia no se produzca más.

El problema del paro, que afecta al 20% de la población polaca, la ralentización de la economía, que no crece al ritmo estimado, la educación de los jóvenes y la lucha contra la pobreza fueron tratados en la conversación.

El Papa, según el presidente polaco, está perfectamente enterado de la situación del mundo y de su país, por el que se siente muy preocupado. Kwasniewski aseguró que el obispo de Roma, que tiene 82 años, está en perfecta forma intelectual.

Resaltó que “no necesita papeles” para mantener un tema, que tiene pleno conocimiento de todo lo que habla y que su mente es muy lúcida.

Sobre la integración de Polonia en la UE, el Papa siguió con gran atención lo expuesto, aunque en esta ocasión no hizo un apoyo explícito a la entrada en la Unión.

Kwasniewski salió al paso afirmando que el Pontífice asumió todo lo que le expuso y que seguramente en otros momentos de la visita mostrará su apoyo explícito.

En los últimos meses han aumentado en el país las corrientes contra la entrada de Polonia en la UE. Dentro de la misma Iglesia polaca se han levantado voces contrarias a ese ingreso y en ambientes políticos se aseguró ayer que el Papa ha querido mantenerse al margen de la polémica.

Con estos encuentros, los únicos de carácter político de este viaje, concluyó la segunda jornada del Papa en su querida Cracovia, donde miles de compatriotas permanecen en las calles adyacentes al palacio arzobispal -donde se aloja- a la espera de verle y saludarle.

Juan Pablo II dio ya ayer señales de cansancio durante la consagración del santuario de la Misericordia Divina, un agotamiento normal vista la larga duración de la ceremonia, en la que intervino activamente.

Aunque cansado, pero con la voz fuerte, el Papa improvisó sus palabras ante los varios miles de fieles presentes.

Recordó que cuando trabajaba como obrero en la fábrica de sosa cáustica “Solvay”, cercana a ese santuario, calzaba zuecos (zapatos de madera) y que con ellos entraba en el templo para rezar. Consciente de cómo cambió su vida, el anciano Pontífice se sinceró con sus compatriotas y les dijo que nunca pensaba que pudiera ocurrir que aquel joven que calzaba zuecos pudiera un día consagrar el santuario, como así ocurrió ayer.

Se emocionó, al igual que cuando pasó por delante de la casa donde vivió con su padre, tras trasladarse los dos desde la cercana Wadowice a la ciudad de la que sería más tarde arzobispo y cardenal y que abandonó 40 años después para hacerse cargo de las riendas de la Iglesia.

Los actuales inquilinos de la casa le saludaron con alborozo, igual debe ocurrir hoy domingo, cuando se reúna con 13 viejos amigos de la época juvenil, cuando era un seminarista clandestino, amante del teatro, y obrero.

Este viaje está marcado por el recuerdo. Juan Pablo II está recorriendo los lugares que centraron su vida desde los 18 a los 58 años (cuando fue elegido Papa). Ayer también visitó la Universidad Jaghellonica, donde cursó estudios.

Hoy se celebrará una misa, a la que se espera asistan más de dos millones de personas, en la explanada Blonie y por la tarde visitará la catedral de Wawel, en la que según creen muchos polacos desearía ser enterrado.

Después visitará la tumba familiar en el cementerio de Rakowice, donde se recogerá en oración ante el panteón donde reposan los restos de sus padres y hermanos.

Su madre falleció cuando él era un niño y su hermano, cuando era apenas un adolescente.

Será sin lugar a dudas uno de los momentos de más emoción de esta su novena visita a Polonia en casi 24 años de pontificado.

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