El papa Juan Pablo II ha alcanzado una nueva etapa en su camino de sufrimiento: ahora debe ser alimentado artificialmente con una sonda nasogástrica. Ayer, miércoles, fracasó su segundo y desesperado intento por dirigir al menos un par de palabras a los fieles en la Plaza de San Pedro. Por miedo a infecciones, el Sumo Pontífice está cada vez más aislado del mundo exterior.
El Papa permaneció en la ventana de su estudio unos cuatro minutos. Karol Wojtyla trató de saludar a los presentes, pero como ya había sucedido el domingo de Pascua, no logró articular los sonidos. Por segunda vez en cuatro días, Juan Pablo II se vio impedido de hablar ante los peregrinos, lo cual dio nuevo impulso a las preocupaciones sobre su real posibilidad de recuperación tras la traqueotomía.
Cuando un asistente le acercó un micrófono a la boca, emitió algunos sonidos, pero no estuvo en condiciones de pronunciar palabra y el micrófono fue retirado de inmediato.
Juan Pablo II hizo la señal de la cruz con la mano derecha a la multitud que lo aplaudía desde la plaza, antes de su intento de hablar. Luego hizo unos movimientos con la cabeza y el brazo que parecieron no controlados.
La aparición que debía tranquilizar a los fieles solo alimentó sus temores. Los medios italianos hablan incluso de una nueva internación hospitalaria la próxima semana. Cuatro semanas después de su traqueotomía, nadie en Roma se atreve a hablar de "recuperación"; sólo el Vaticano se aferra a esta palabra en sus comunicados oficiales.
Hace tiempo que la constante pérdida de peso del Sumo Pontífice preocupa a los médicos. Los fieles vieron ayer, miércoles, en Roma, otra vez a un Papa empeorado: más delgado, nervioso e inquieto y sin poder controlar los gestos de su cara. Y a pesar de varios intentos, su voz volvió a fallar. Todo el mundo lo ve claro: el Papa no puede más.
Sin embargo, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, parece ignorar premeditadamente esta realidad. También la última declaración oficial de los estrategas de relaciones públicas del Vaticano reportan nuevos "éxitos": el Papa pasa muchas horas en su sillón, celebra la misa en su capilla privada, se mantiene en contacto con sus colaboradores y sigue de cerca el trabajo de la Iglesia. El vocero reiteró así que el timón de la Iglesia católica permanece en manos del Pontífice.
Al menos, el reservado portavoz de nacionalidad española debió admitir por primera vez que la "recuperación" avanza con lentitud. Literalmente: "El Santo Padre continúa su lenta y gradual recuperación". En círculos no oficiales de Roma, ya se habla de un franco empeoramiento. Todas la citas papales fueron canceladas.
Una y otra vez, desde su estancia en la clínica Gemelli a principios de febrero, el Vaticano y los cardenales de la curia se esforzaron por mantener viva la idea de que Juan Pablo II se encontraba en proceso de recuperación. Su regreso al hospital fue incluso celebrado como un éxito. El cardenal alemán y prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, dijo después de la traqueotomía del 24 de febrero que el Papa le habló "en alemán e italiano".
Así, el Vaticano difunde también la versión de que el Papa es capaz, en la intimidad, de grabar su voz, aunque muy baja. Hacerlo ante el público de la Plaza de San Pedro es imposible para el Papa más mediático de la historia porque se encuentra "demasiado exaltado" y "demasiado conmovido".
El Pontífice, que cumplirá 85 años el 18 de mayo, sufre del mal de Parkinson desde hace casi 15 años. El 13 de marzo fue dado de alta del nosocomio romano, última vez que logró hablar en público.
Los medios italianos especulan con que el Papa deba volver a la clínica para recibir una sonda permanente. Esta sería la siguiente etapa de su "Vía Crucis" personal.