Perú anunció ayer el retiro de su embajador en Tokio en una evidente demostración de su malestar por la preocupación de Japón por la suerte del ex presidente Alberto Fujimori, que los peruanos consideran tiene "interés político".
"El Gobierno del Perú ha decidido dar por terminadas las funciones del embajador del Perú en el Japón, Luis Macchiavello Amoroz", dijo escuetamente la cancillería.
Se informó que el martes el canciller Oscar Maúrtua convocó al embajador de Japón en Lima, Hitohiro Ishida, para manifestarle que su país carece de competencia para intervenir en el proceso de extradición de Fujimori que sigue el Perú ante autoridades de Chile, donde el ex mandatario está detenido desde el lunes.
"Cualquier intervención del Gobierno japonés en el proceso de extradición que sigue (Perú) ante las autoridades de Chile sobre el ciudadano peruano Alberto Fujimori constituirá una inaceptable injerencia", transmitió Maúrtua al embajador nipón, según la cancillería.
"Hay un interés político", dijo el presidente del consejo de ministros de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, calificando así a la visita hecha a Fujimori el miércoles por tres funcionarios de la embajada japonesa en Santiago de Chile en donde se encuentra recluido desde el lunes, tras su arribo desde el Japón, donde residía.
Fujimori, de 67 años, tiene 22 juicios en Perú por cargos relacionados con violaciones a los derechos humanos y corrupción.
La Embajada de Japón en Lima, en un comunicado enviado a la AP, dijo que la posición de su gobierno es la de "observar serenamente el desarrollo de los acontecimientos".
