TEHERAN, Irán (EFE). El presidente iraní, Mohamed Jatami, se unió ayer miércoles a la oleada de criticas por la condena a muerte dictada por un tribunal conservador contra un académico reformista, que por quinto día consecutivo provocó manifestaciones estudiantiles en Teherán y otras ciudades del país.
Cerca de 2 mil estudiantes desafiaron ayer las advertencias de las autoridades y tomaron de nuevo las calles del campus de la Universidad Amir Kabir, donde desde primera hora de la mañana se sucedieron protestas y denuncias por "la ausencia de libertad de expresión" y "la existencia de presos políticos" en el país.
Entre los diferentes eslóganes gritados por los congregados, que no hicieron caso a las llamamientos a la calma hechos por Jatami, destacaron: "Muerte al despotismo" y "Fuera los talibanes de Irán".
El desafío a la prohibición de manifestación se extendió a las ciudades de Tabriz, Isfahan, Urumiyeh y Hamedan, donde cientos de estudiantes salieron a protestar.
Al tiempo que las universidades hervían en manifestaciones no autorizadas, Jatami aseguraba que la sentencia contra Hashem Agharaji, condenado a muerte por un tribunal del oeste del país que le halló culpable de "blasfemar" contra el profeta Mahoma, "es inapropiada habida cuenta de que se trata de alguien sin tacha".
Los plazos dependen ahora del Poder Judicial iraní y del líder supremo de la revolución iraní, ayatolá Alí Jamenei, cuyo poder es omnímodo.
Según la ley del país, toda condena a la pena capital debe ser revisada por el Tribunal Superior de Justicia para que la ratifique.
La condena a muerte del intelectual iraní ha dilatado la brecha que separa a conservadores y reformistas del régimen iraquí, que desde 1997 libran una enconada batalla por hacerse con el control político del país.
