POR ENRIQUE IBAÑEZ BOGOTA, Colombia (EFE) El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, se jugó ayer, sábado, una buena parte de su popularidad en un farragoso referendo, entendido más como un plebiscito acerca de su visión del Estado y de su política desde hace poco más de un año.
Esta semana ha sido frenética para Uribe, que ha estado presente en todos los medios de comunicación, particularmente en la radio y la televisión, a menudo durante horas.
El primer presidente de Colombia elegido en una primera vuelta -en mayo del año pasado- anunció el mismo día de su posesión, el 7 de agosto de 2002, su decidida voluntad de reformar profundamente la vida y las instituciones políticas del país, así como plantar cara a la insurgencia endémica del país.
Sin embargo, los más de 60 puntos de popularidad que mantiene aún, no son suficientes para asegurarse un resultado favorable en este referendo contra la politiquería y la corrupción, en favor de la reforma del Estado y la implantación de una importante reforma fiscal.
La apuesta de Uribe ha sido fuerte y su confianza en que el pueblo le va a seguir secundando le ha hecho enfrentarse a instituciones como el Congreso, una de las instancias vistas por los colombianos como de las más corruptas, que en los últimos ocho años echó por tierra cuatro intentos de reforma constitucional.
Tras la criba de la Corte Constitucional, que anuló cuatro de las 19 preguntas previstas en la consulta, Uribe, poco más de un año después de ganar las elecciones presidenciales, convocó a los 25 millones de colombianos con derecho a voto a un referendo, el primero desde 1957.
Para que la consulta sea válida tienen que votar algo más de seis millones, el 25%, y para que cada una de las 15 preguntas planteadas sea aprobada, por tanto, se necesitan algo más de tres millones de votos.
El verdadero problema para conseguir la respuesta afirmativa en las quince preguntas no es tanto el número de votantes que digan no sino el abstencionismo, propugnado por algunas formaciones políticas y diversos sectores sociales, que suele rondar o superar el 50% en las distintas elecciones en Colombia.
Así, la mayoría de los medios de comunicación y los analistas, al margen de sus preferencias, consideran que la verdadera batalla en este referendo se da entre el voto y la abstención.
