Decenas de miles de personas despidieron ayer jueves con emoción a Raúl Alfonsín al paso del cortejo que trasladó los restos del fallecido ex presidente argentino desde el Parlamento al cementerio de Buenos Aires donde fueron sepultados.
Previamente, el arzobispo de la provincia de Santa Fe y primo hermano del difunto, José María Arancedo, ofició una misa de cuerpo presente en la explanada de acceso al Congreso.
“Llueve, llueve y el pueblo no se mueve”, “Raúl, querido, el pueblo está contigo”, gritó la multitud mientras agitaba banderas argentinas y rojiblancas, características de la centenaria Unión Cívica Radical (UCR), el partido de Alfonsín.
En una jornada fría y lluviosa de otoño, militantes radicales de distintas generaciones se apostaron en las calles de la capital argentina para cantar “volveremos al Gobierno como en el 83” y otras consignas tradicionales de la segunda fuerza parlamentaria del país.
Las pancartas con el rostro del caudillo radical y banderas con mensajes como “Gracias Raúl” abundaron entre quienes se reunieron para seguir al cortejo fúnebre, al que le demandó más de una hora realizar el trayecto de dos kilómetros hasta el cementerio de Recoleta. Una vez allí, el dispositivo de seguridad y contención fue totalmente desbordado obstaculizando el paso del cortejo, mientras espontáneamente entonaban el himno nacional.
Ricardo Alfonsín, hijo del malogrado ex presidente, que tuvo que dirigirse a la multitud solicitando “en nombre de mi padre (...) permitan que el féretro, con sus restos, pueda ingresar al lugar de su última morada”.
El ataúd, cubierto por una bandera argentina y el bastón presidencial que utilizó Alfonsín, quedó cubierto de flores mientras era transportado sobre una cureña tirada por un jeep militar escoltado por el Regimiento de Granaderos a Caballo, que avanzaron a paso lento.
En un día no laborable por el aniversario de la ocupación argentina de las islas Falkland/Malvinas, en 1982, pudo verse a familias enteras tanto en las calles por las que pasó el cortejo como en balcones y ventanas de edificios, que lucieron crespones negros y desde donde la gente arrojó papeles y flores.
Alfonsín murió el martes por la noche a los 82 años en su domicilio de Buenos Aires a causa de un cáncer de pulmón y sus restos fueron velados a partir del miércoles en el Parlamento, por donde han desfilado unas 80 mil personas.
El cuerpo de quien es considerado “padre” de la democracia argentina tras siete años de una cruenta dictadura militar (1976-1983) fueron depositados en el panteón de los caídos de la Revolución del Parque de 1890, el hecho fundacional de la UCR.
A los funerales asisten el ex presidente brasileño José Sarney y el uruguayo Julio María Sanguinetti, además de delegaciones de otros países, ministros, funcionarios, legisladores y dirigentes políticos locales, familiares y amigos del fallecido.

