La explosión de una bomba, colocada al pie de un camino, causó la muerte a 10 trabajadores y heridas a otros 28 cuando estos iban a trabajar en la limpieza de riachuelos en el sur de Afganistán, dijeron funcionarios.
Asimismo, un subjefe de inteligencia afgano se salvó de un atentado suicida atribuido a los talibanes en la capital. Mientras tanto, el secretario general de la OTAN afirmó ayer que siguen en pie los planes para entregar el control de siete provincias a los soldados afganos en julio, pese a los nuevos atentados y ataques de los insurgentes que acaban de iniciar su ofensiva primaveral.
La OTAN también admitió que los soldados mataron a balazos a un afgano que sostenía una linterna durante una redada, algo que podría contribuir a la creciente animadversión contra los extranjeros en Afganistán después de casi una década de guerra. La bomba destruyó el camión que llevaba a los trabajadores a través de la inestable provincia de Kandahar, dijo el doctor Qayoum Pakhla, director del hospital de Kandahar.
El gobierno local regional empleaba a los trabajadores para hacer la limpieza de ríos y arroyuelos. “Podía ver a la gente que pedía ayuda y gemía”, dijo uno de los sobrevivientes, quien se identificó como Sabdula. “Vi los cadáveres de mis amigos. No podía hacer nada en ese momento”. Nadie se adjudicó la responsabilidad del ataque, que se da en momentos en que los insurgentes han intensificado sus ataques como parte de una ofensiva en esta temporada.