Los gobiernos de Kenia y Tanzania y representantes de Estados Unidos (EU) conmemoraron ayer, con actos en Nairobi y Dar Es Salaam, el décimo aniversario de los atentados de Al Qaeda contra las embajadas norteamericanas en estos países africanos, donde murieron en total 229 personas.
Unos 150 supervivientes del atentado acudieron al acto, presidido por el primer ministro de Kenia, Raila Odinga, en el monumento conmemorativo levantado en el solar que quedó de la legación estadounidense en Nairobi, donde 218 personas murieron y más 4 mil resultaron heridas el 7 de agosto de 1998.
Al mismo tiempo, como sucedió con la explosión de las bombas, en Dar Es Salaam, donde hubo 11 muertos y 72 heridos por la explosión del artefacto en la Embajada de Estados Unidos, se desarrolló un acto similar.
Odinga recalcó en un discurso ante los asistentes que Kenia “seguirá colaborando en el ámbito global para capturar a los terroristas que actúan en nombre del Islam, aunque esta es una religión de paz y no de violencia”.
El gobernante keniano propugnó la solución de conflictos como el palestino y el somalí para evitar las acciones del terrorismo integrista islámico y aseguró que “una Somalia sin ley es un peligro para la seguridad de Kenia”.
El embajador de EU, Michael Ranneberger, alabó los esfuerzos del Gobierno keniano en su lucha contra el terrorismo y recordó la detención el pasado sábado de tres personas de una familia acusada de esconder al supuesto organizador del atentado de Nairobi, Fazul Abdullah Mohamed, considerado líder de Al Qaeda en África Oriental.
El embajador se congratuló de los progresos de Kenia y Tanzania en la lucha contra el terrorismo y señaló que, “como representantes de estados democráticos, podemos estar satisfechos del avance logrado”.
Entre los asistentes al acto estaba Prudence, una niña que nació el mismo día del atentado, después de que su madre fuera alcanzada por el impacto de la bomba mientras estaba trabajando.
Joyce, la madre de Prudence, dijo a Efe que “no recuerdo nada desde que explotó la bomba” y aseguró que la niña “sufre muchas secuelas y ha tenido que recibir tratamiento psicológico”. La mujer se quejó de la poca asistencia que, desde el atentado, han recibido por parte del Gobierno keniano y afirmó: “Nos abandonaron.
La gente todavía está enferma (la bomba causó en Nairobi 218 muertos y más de 4 mil heridos) y muchos han muerto por no poder pagarse las medicinas o las operaciones”.
