MOSCU, Rusia (EFE). El Kremlin arreció ayer en su campaña para que la Unión Europea exima a los rusos de visado para viajar entre Kaliningrado y el resto del país, y advirtió que si no se soluciona el problema la relación Moscú-Bruselas cambiará, y no a mejor".
Dmitri Rogozin, representante del presidente Vladimir Putin sobre Kaliningrado, amenazó también a Lituania con no ratificar el tratado fronterizo por el contencioso entre Rusia y la UE.
Rogozin aprovechó la clausura en el enclave ruso en el Báltico de un foro internacional de organizaciones no gubernamentales para dar una serie de avisos a la UE respecto al que se ha convertido en la espina más molesta en el diálogo entre Moscú y Bruselas.
Antigua Prusia oriental alemana, Kaliningrado pasó a manos de la URSS al final de la II Guerra Mundial, pero el colapso soviético la separó del resto de Rusia.
Encerrados en 15 mil kilómetros cuadrados de superficie entre Lituania y Polonia, sus 947 mil habitantes necesitarán visado para ir y volver por tierra desde cualquier otra parte de Rusia tras la ampliación de la UE que acaba de recomendar la Comisión.
Para Moscú, la situación es una "cuestión de derechos humanos" y exige que la UE exima de visado a los ciudadanos rusos cuando pasen por Lituania o Polonia para ir de un lugar de Rusia a otro.
Pero Bruselas dice que es un problema de "tránsito" y que Polonia y Lituania tienen derecho a saber "quién pasa" por su país, aparte de otras obligaciones derivadas del Tratado Schengen y del acuerdo sobre fronteras externas comunes.
La Comisión Europea propuso recientemente entre otras medidas de flexibilidad un "pase Kaliningrado" que ni siquiera requeriría un pasaporte, pero Moscú consideró inaceptable todo cuanto no sea una excepción total para sus ciudadanos.
La última contrapropuesta rusa, por cuya aceptación presiona sin descanso el Kremlin los últimos días, se basa en trenes sellados que atravesarían Lituania "sin que los rusos pisen" suelo de ese país.
