Rusia posó ayer dos batiscafos tripulados justo debajo del Polo Norte, hazaña sin precedentes en la investigación del ártico y que también tiene el objetivo político de reclamar derechos en esa vasta región polar rica en hidrocarburos.
El batiscafo Mir-1 tocó fondo a 4 mil 261 metros a las 08.08 GMT, después de casi tres horas de inmersión en el punto de coordenadas 90 grados latitud norte.
En el sumergible, al mando del piloto Anatoli Sagalévich, viajó Artur Chilingárov, vicepresidente de la Duma o Cámara Baja del Parlamento ruso y reconocido especialista en expediciones árticas y antárticas, y el diputado Vladímir Gruzdev. "Nos posamos suavemente. El suelo es de color amarillento y no se ven habitantes de las profundidades marinas", dijo Chilingárov, citado por la agencia oficial rusa Itar-Tass.
Transcurridos 27 minutos, a las 08.35 GMT, se posó a una distancia de visibilidad directa, pero 41 metros más abajo, el batiscafo gemelo, Mir-2, pilotado por el ruso Yevgueni Cherniáyev.
Inmediatamente tras el descenso, la tripulación del Mir-1 depositó en el lecho marino una bandera rusa de un metro de altura hecha de titanio, y resistente a la corrosión, una cápsula con un mensaje y una placa conmemorativa.
Los científicos pretenden demostrar que la cordillera submarina Lomonósov, que se eleva 3 mil 700 metros desde el fondo oceánico y va más allá del Polo Norte, es continuación de la plataforma continental de Siberia.
Se cree que la zona sobre la que reclama derechos posee una cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos.

