Si bien es cierto que, en el universo de la paranoia por la seguridad en el que vive el régimen de Bagdad, es frecuente que los discursos de Sadam sean leídos por otra persona, no era descabellado imaginar que el presidente iraquí está a buen recaudo en uno de sus búnkers.
Pero no es menos cierto que Sadam Husein, que cumplirá 66 años el 28 de abril, no ha sido visto en público desde enero de 2001, incluso si ha aparecido por televisión después de que comenzara la guerra, el 20 de marzo.
Esta ausencia alimentaba los rumores sobre su estado de salud ya que algunos afirmaban que fue víctima de una embolia cerebral y otros que ha muerto.
Anunciado a bombo y platillo, el discurso de Sadam Husein fue leído por su ministro de Información, Mohamed Said Al Sahhaf, un "honor" con el que Sahhaf es distinguido muy a menudo.
Sin embargo, el tono de la alocución no decepcionó a los incondicionales del régimen iraquí.
"El ataque perpetrado por los agresores está dirigido contra la religión, los bienes, las personas y la dignidad. Es por ello que la jihad es un deber", afirmó el ministro al leer el discurso del jefe de Estado iraquí. "Atáquenles, luchen contra ellos. Son agresores maléficos, ustedes serán los vencedores y ellos los vencidos", dijo el ministro.
"Aquel que muera en los terrenos de combate será recompensado con el paraíso eterno", aseguró Sadam.
Tras el discurso las reacciones no se hicieron esperar.
"Esto plantea cuestiones interesantes", estimó por su parte el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, que dijo que ignoraba si el presidente iraquí estaba "vivo o muerto".
En términos parecidos se refirió al asunto el secretario de Estado de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, que juzgó como "interesante" el hecho de que el presidente iraquí no apareciera en televisión.
Londres, principal aliado de Washington, fue más lejos al afirmar a través de un portavoz, que la "no aparición de Sadam plantea cuestiones sobre la legitimidad de sus precedentes alocuciones televisadas".
Lógicamente, el líder iraquí no necesita aparecer en público en plena campaña militar, algo que podría suponer un riesgo para su vida.
En realidad, incluso las personas de su entorno más inmediato saben poco de sus movimientos.
