La violencia en Afganistán se cobró la vida de nueve personas, incluyendo cuatro efectivos de seguridad y un funcionario del gobierno que fue decapitado en su casa por insurgentes talibanes, informaron ayer lunes fuentes oficiales.
El asesinato del jefe de la agencia estatal de refugiados tuvo lugar este domingo, cuando miembros de la milicia islamista talibán irrumpieron en su casa de la convulsa provincia de Helmand, en el sur del país, y lo decapitaron, según el Ejecutivo local. Las fuentes no ofrecieron detalles del incidente.
En la provincia oriental de Nangarhar, entre tanto, murieron al menos tres efectivos de las fuerzas de seguridad afganas al explotar una bomba oculta en una calle, informó ayer el Ministerio del Interior.
Otro soldado y dos civiles murieron en un atentado suicida perpetrado en la provincia de Nimruz.
El Ejército afgano y las fuerzas estadounidenses aseguraron además ayer lunes haber abatido a dos milicianos talibanes, incluyendo uno de sus comandantes, y haber arrestado a otros cuatro en diversos enfrentamientos en Helmand y en la provincia suroriental de Jost.
