Un tribunal yemení de apelación conmutó ayer la condena a muerte contra un acusado por el ataque con bomba al destructor estadounidense USS Cole, cometido en Yemen en octubre de 2000, al tiempo que confirmó otra sentencia de muerte en el caso, informaron medios locales.
El tribunal conmutó la pena de muerte contra Jamal Muhhamed al- Badawi a 15 años de prisión, y confirmó la sentencia de muerte contra Abdul-Raheem al-Nashri, el presunto cerebro de la operación contra el navío.
Ambos fueron condenados a muerte por un tribunal especial antiterrorista en Sanaá el 29 de septiembre pasado.
Al-Nashri, de nacionalidad saudí y origen yemení, fue detenido en noviembre de 2002 en los Emiratos Árabes Unidos, desde entonces se encuentra bajo custodia estadounidense y es juzgado en rebeldía en Yemen. Era considerado el jefe de Al Qaeda en la región del Golfo.
El tribunal mantuvo la pena de 10 años de prisión contra un tercer acusado, y redujo otra sentencia de ocho a cinco años.
También confirmó las penas de cinco años contra dos policías que suministraron documentos falsos a los atacantes.
Durante el comienzo del proceso en julio de 2004, la fiscalía había solicitado cuatro penas de muerte y siete años de cárcel para los dos policías.
En el atentado realizado por dos terroristas suicidas contra el USS Cole, con un bote cargado de 200 kilos de explosivos, que provocaron un enorme boquete en el casco, murieron 17 marineros y 33 resultaron heridos, el 12 de octubre de 2000.
El destructor se encontraba en el puerto yemení de Adén, según se informó.
Cuando el juez Said Nadchi el Kataa comenzó a leer las sentencias, los cinco acusados presentes empezaron a gritar: "Allahu akbar" (Dios es grande).
El principal acusado Badawi le espetó al tribunal: "Ustedes son los agentes, los jueces de la Casa Blanca. Ojalá Dios los castigue!". De acuerdo con diversas fuentes, el terrorismo viola los más elementales valores de la convivencia humana y las reglas de los órdenes estatal e internacional.
El terrorismo no solo supone un problema de seguridad interna, sino que tiene también una importante dimensión de política exterior.
Con el aumento del número de focos de tensión en el mundo, la pérdida de control estatal en algunas regiones del planeta, la creciente movilidad y el constante mejoramiento de las vías de comunicación crece también el peligro de la globalización del terrorismo.
Como problema global que es, el terrorismo requiere una respuesta mundial.
Así lo han considerado líderes políticos de diversos países del mundo y muy en especial el Gobierno de Estados Unidos.