El presidente colombiano, Álvaro Uribe, criticó ayer a los mandos de las Fuerzas Militares por no haber informado oportunamente de los abusos a los que fueron sometidos 21 soldados que recibían entrenamiento en una base del Ejército.
Uribe consideró que es tan deplorable el hecho de los ultrajes, como la actitud de la jerarquía castrense, que se demoró en dar a conocer los hechos a la opinión pública.
"En un Estado de opinión, estas cosas hay que comunicárselas oportunamente a la opinión", afirmó Uribe en una declaración entregada ayer a la prensa en el balneario caribeño de Cartagena, adonde viajó el domingo para revisar el avance en la construcción de escenarios para los Juegos Centroamericanos y del Caribe. El presidente recordó que, desde su llegada al poder en agosto de 2002, le ha dicho a la Fuerza Pública que "contemos con incurable buena fe nuestros errores y vicisitudes".
"Cuando yo he conocido oportunamente estos errores, he sido el primero en transmitirlos a la ciudadanía", prosiguió, para reclamar que "la Fuerza Pública y el Gobierno, en el Estado de opinión, tienen que anticiparse con la verdad, no esperar a que vengan los medios de comunicación con ganzúa para publicar qué fue lo que realmente ocurrió".
En este contexto, Uribe aseguró que deploraba que los altos mandos "se hayan demorado en contarle a la opinión pública lo sucedido allí".
El presidente dijo que fue informado del caso hace dos días, cuando los altos mandos le indicaron que habían tomado medidas desde el momento en el que conocieron los abusos, que según un informe de la revista Semana, tuvieron lugar el 25 de enero último.
"Ya hay militares que tienen medida de aseguramiento (orden de detención), otros están desvinculados", señaló Uribe, para subrayar que "se han tomado unas decisiones severas y se van a tomar otras".
"Deploro que en nuestro Ejército, en un momento crucial de la historia de la seguridad de Colombia, ocurra un caso de esta naturaleza", enfatizó luego, y puntualizó que "da dolor y es muy grave".
Los hechos tuvieron lugar en el Centro de Instrucción y Entrenamiento del Ejército Nacional, situado en la localidad de Honda, a unos 100 kms. al noroeste de Bogotá, y en ellos fueron implicados dos oficiales, dos suboficiales y un soldado profesional.
Semana ofreció testimonios de las víctimas y también fotografías de los abusos, que incluyeron quemaduras con brasas o hierros para marcar ganado, golpes y zambullidas forzadas en un río o en huecos con excrementos de reses.
