Mark Boyle es un economista irlandés de 29 años que quiere demostrar que los principios que rigen el capitalismo son erróneos y que no es necesario gastarse ni una sola libra (o dólar o euro) para poder vivir con dignidad.
Lo intenta desde ayer y durante al menos un año, viviendo en una caravana en Bristol (oeste de Inglaterra), con un hornillo de leña para cocinar, una ducha con placas solares, una bicicleta y un agujero en el suelo para hacer sus necesidades.
Comer no será un problema, afirma en una entrevista telefónica con Efe minutos antes de iniciar el desafío, “porque esta sociedad tira a la basura tal cantidad de comida, que basta con acercarse a los contenedores de un supermercado para poder alimentarse”.
“Si me canso de buscar en los contenedores, hay suficientes presentaciones de libros o inauguraciones de exposiciones de arte para poder llenar la tripa con ricos canapés y un montón de bebida gratis”, dice este irlandés, que forma parte de la ONG “Freeconomy”, que promueve el trueque y la eliminación del dinero como modelo.
Boyle también cultivará la tierra para “apreciar el valor real de lo que me coma, sobre todo patatas, como buen irlandés”.
“Las sociedades occidentales tiran una tercera parte de la comida y si la gente produjera sus propios alimentos tendría mucho más cuidado. Pasa lo mismo con el agua; si fuéramos nosotros los que la tuviéramos que mantener limpia no cagaríamos en ella”, explica.
El problema de fondo, añade, “es que esta sociedad nos ha dejado completamente insensibles hacia lo que representa consumir. No respetamos en absoluto la energía que hay puesta en las cosas que compramos, así que no tenemos ningún problema en despreciarlas”.
El transporte se lo proporcionará una vieja bicicleta, que lleva un carrito adosado, con la que no descarta “irme a pasar las vacaciones de Navidad con mi familia. Sólo el mar se interpone en mi camino”, dice riendo.
Unas 400 personas fueron a apoyarle en el inicio de este proyecto que lleva preparando meses.
Es consciente de que un mundo sin dinero es una utopía hoy por hoy, pero espera que su gesto “sirva por lo menos para hacer pensar a la gente en lo condicionadas que están sus vidas por el dinero y en lo poco que piensan en las cosas importantes por su culpa”.

