La violencia xenófoba que vive la ciudad sudafricana de Durban llegó ayer al centro de la urbe, donde la Policía cortó varias calles para separar a cientos de jóvenes locales de comerciantes extranjeros armados con machetes y preparados para defender sus tiendas.
Las calles de esta ciudad costera del este de Sudáfrica –la tercera más poblada del país–, en cuyo área metropolitana viven más de 3 millones de personas, vivieron escenas de gran tensión.
Los inmigrantes de países como Pakistán, Somalia o Nigeria, que regentan buena parte de las tiendas en la zona, levantaron barricadas para evitar que sus establecimientos fueran saqueados, como lleva ocurriendo desde el mes pasado en zonas del extrarradio.
Un adolescente sudafricano de 14 años murió anoche de un disparo durante el asalto a una de esas tiendas, informó por teléfono el portavoz policial Jay Naicker. Otras cuatro personas han muerto en sucesos similares desde el 30 de abril.
Los ciudadanos sudafricanos de Durban acusan a los inmigrantes –que dominan buena parte del comercio en las zonas de mayoría negra de Sudáfrica– de robarles el trabajo y practicar la delincuencia. El Gobierno ha anunciado la detención desde el fin de semana de 48 personas, mientras más de 2 mil inmigrantes han sido alojados en tiendas de campaña habilitadas por las autoridades tras haber sido expulsados de sus casas.
“Debe haber más detenciones. La gente sigue (cometiendo ataques xenófobos) porque sabe que hay impunidad”, declaró Thandeka Duma, de la organización Abogados por los Derechos Humanos.
