El patriarca de la Iglesia caldea, el cardenal Emmanuel III Delly, dijo ayer en el Sínodo de obispos que la situación en Irak es “desastrosa y trágica, la vida es un calvario y falta la paz y la seguridad, así como los elementos básicos de la vida diaria”.
En una intervención que arrancó los aplausos y la solidaridad de los 253 obispos de todo el mundo que asisten al Sínodo, el patriarca de Babilonia de los Caldeos, con sede en Bagdad, aseguró que su intervención no era política, sino la narración “de un padre que desde hace medio siglo vive con sus hijos espirituales y ve sufrir y morir a sus ciudadanos”.
Delly explicó que, además de la paz y la seguridad, “falta la electricidad, el agua y la gasolina. Las comunicaciones telefónicas cada día son más difíciles y hay carreteras completas bloqueadas”.
El jefe de la Iglesia caldea, en comunión con Roma, destacó que las escuelas están cerradas o en peligro, los hospitales no tienen personal y la gente teme por su seguridad.
Todos temen -precisó- el rapto, el secuestro y las intimidaciones.
El cardenal añadió que a diario se llevan a cabo secuestros y que muchas veces los retenidos no son devueltos a sus familiares, a pesar de que hayan pagado grandes cantidades de dinero.
