NUEVA YORK, Estados Unidos (AFP). Con la fotografía de un familiar desaparecido en la mano, cientos de personas asaltan la recepción del hospital Bellevue de Nueva York, con la esperanza de que un hijo o una madre estén siendo tratados en el establecimiento y no enterrados bajo toneladas de escombros de las torres gemelas del World Trade Center.
Una decena de miembros del personal de acogida, agrupados en un servicio de personas desaparecidas, intentan bien que mal responder a las preguntas angustiadas de los familiares, amigos o colegas de oficina que se precipitan a este hospital del sur de Manhattan donde unos 230 heridos de los atentados estaban siendo tratados ayer miércoles.
En sus manos, el personal lleva la lista con los nombres de los heridos ingresados en los servicios de urgencia desde la mañana del martes.
La ciudad de Nueva York creó también una línea telefónica donde se encuentran listadas las identidades de las personas tratadas en los servicios de urgencia, afirmó Mary Johnson, portavoz de la Asociación de Hospitales del Gran Nueva York.
Muchas personas han venido desde anoche (el martes) y esta mañana (ayer). He ayudado a mucha gente. También los dirijo a las urgencias o a la capilla del hospital, explica Neireda Del Valle, asistente social del servicio pediátrico de Bellevue.
Psicólogos, médicos, sacerdotes, rabinos y monjes budistas están disponibles para aportar ayuda moral a las personas afectadas.
La gente llega con lágrimas en los ojos en busca de parientes o amigos, están nerviosos y quieren respuestas, afirma. Cuando el nombre de la persona buscada no está en la lista del hospital, Neireda intenta dirigir la búsqueda de los familiares dándoles algunas informaciones complementarias, números de urgencias y direcciones de otros hospitales.
Mi hijo Khalid tiene 35 años. Trabajaba como informático en el piso 103 de la torre número uno del World Trade Center. Ayer por la mañana (el martes) partió hacia el trabajo a las 07:30 y yo lo despedí. La víspera habíamos cenado en familia y ahora..., llora Lioner Shahid, mientras estruja en la mano un pedazo de papel con la descripción de su hijo.
Frente al hospital, en la acera, las familias blanden las fotos de sus seres queridos desaparecidos antes las cámaras de televisión.
Mi amiga Alena Sesinova trabajaba en la torre número uno, explica Lisa Goldberg a los periodistas mostrando una fotografía.
Adrianna estaba en la torre número dos y pudo llamar a su novio cuando se encontraba en el piso 70 durante la evacuación; desde entonces no se sabe nada de ella, explica su cuñada mostrando a la televisión la foto en blanco y negro de una sonriente joven de larga cabellera morena.
Ante la avalancha de llamadas, las televisiones locales abrieron sus antenas a los familiares de los desaparecidos y las llamadas no cesan. Todos dejan su número de teléfono en espera de que alguien pueda darles noticias.
En la mañana de ayer, Jarid Maldonado ya había pasado 16 horas buscando a su madre, quien trabajaba en una de las Torres Gemelas del World Trade Center.