Dos científicos nucleares trabajaron juntos en el desarrollo de la primera bomba atómica: Robert Oppenheimer, el "padre de la bomba", y Edward Teller, quien más tarde alumbraría la bomba de hidrógeno. Oppenheimer era ensimismado, callado y estaba lleno de dudas sobre sí mismo.
Teller era considerado un hombre con gran confianza en sus capacidades y de trato directo. Dos personalidades que se respetaban mutuamente pero que una y otra vez entraban en conflicto.
Julius Robert Oppenheimer nació el 22 de abril de 1904 en Nueva York. Su padre era un judío emigrado de Alemania, donde Robert cursó sus estudios de postgrado después de pasar por Harvard. Hablaba media docena de idiomas y se dice que aprendió holandés en seis semanas para leer un libro que le interesaba.
Tras su regreso a Estados Unidos, comenzó a crecer su fama como excelente profesor universitario y teórico físico.
También Teller, cuatro años más joven, estudió en Alemania, porque en su Hungría natal la universidad estaba vedada para los judíos.
En 1933, con la llegada de Adolf Hitler al poder, emigró con su familia a Estados Unidos. A principios de los años 40, Teller ingresó en el círculo más exclusivo y secreto de investigadores atómicos, el "Proyecto Manhattan".
Su jefe era Robert Oppenheimer. Además del desafío científico que representaba, ambos físicos tenían razones personales para hacer su trabajo.
El maltrato que habían recibido como judíos y la angustia por la suerte de sus familiares que habían quedado en Europa los alentaba para contribuir a la caída de las dictaduras, especialmente la alemana. Y ambos conocían a sus rivales en la Alemania nazi: Teller había estudiado con Werner Heisenberg, y Oppenheimer con Max Born en Gotinga. Pero Oppenheimer y Teller comenzaron a distanciarse moralmente con el trabajo en Los Álamos, en Nuevo México.
Oppenheimer comenzaba a tener dudas, pero Teller seguía convencido. Las democracias deben ser fuertes para defenderse de dictaduras nacionalsocialistas o comunistas.
Teller impulsó luego la construcción de la bomba de hidrógeno para intimidar a los rusos. Oppenheimer, por el contrario, se manifestó públicamente en contra de la carrera armamentista después de los ataques de Hiroshima y Nagasaki, convirtiéndose en una figura sospechosa de falta de patriotismo en la fase más álgida de la Guerra Fría.
Teller certificó su lealtad a Estados Unidos, pero puso en duda su confiabilidad en cuestiones de armamento.
En 1954, 13 años antes de su muerte, Oppenheimer vio revocado su permiso para acceder a secretos de Estado. Ese mismo año, Teller detonó su primera bomba de hidrógeno. Convencido de estar en el lado de los buenos, propuso buscar la bomba de neutrones.
Antes de morir hace dos años a los 95, Teller, compilador de novelas alemanas y húngaras, describió su desencuentro con Oppenheimer como "lo más doloroso para mí". Pero "no veo cómo podría yo haber actuado de otra manera".
