Han pasado 30 años desde la fundación de la República Islámica de Irán; durante ese tiempo, el régimen de los ayatolás pasó períodos turbulentos que casi siempre logró superar. Aunque el país goza de una relativa estabilidad después de tres décadas de dominio religioso, el sistema islámico aún no ha sido reconocido por Occidente como un socio comercial y político fiable.
El padre y el líder de la revolución islámica fue el gran ayatolá Ruhollah Jomeini, que regresó a Irán el 1 de febrero de 1979 tras 15 años en el exilio por motivos políticos. Diez días después, la monarquía iraní se vino abajo tras 2 mil 500 años y casi 99% de la población votó en un referéndum a favor de la creación de la República Islámica de Irán.
El nacimiento de la república iraní trajo cambios especialmente drásticos para las mujeres, la mayoría acostumbradas a los usos occidentales.
La Constitución iraní, implementada en diciembre de 1979, nombró a Jomeini líder supremo y religioso (Vali Faqih), de facto líder del Estado iraní y por lo tanto más poderoso que el presidente electo. Tras su muerte en junio de 1989, su sucesor, el ayatolá Ali Jamenei, obtuvo los mismos privilegios y tiene la última palabra en todas las decisiones políticas.
La república islámica se empujó a sí misma pronto al aislamiento internacional las ejecuciones de antiguos funcionarios del régimen del sha a quienes no se les permitió la asistencia de abogados en los juicios a que se les sometió. Sin embargo, fue el asalto a la Embajada de EU en Teherán por estudiantes radicales y la toma como rehenes de personal diplomático estadounidense durante 444 días lo que desató la mayor controversia.
La era post Jomeini comenzó con el dúo Jamenei como líder y Akbar Hashemi Rafsanjani como presidente, que abrieron gradualmente el país a Occidente e incluso relajaron las restricciones sociales. Tras el fin del mandato de ocho años de Rafsanjani, el país abrió un nuevo capítulo, esta vez bajo el clérigo moderado Mohammed Jatami, quien mejoró la imagen iraní en Occidente.
Sin embargo, la primavera política terminó tras el fin de su mandato presidencial (1997-2005) con la elección del alcalde de Teherán, Mahmoud Ahmadineyad, como presidente del país.
Ahmadineyad empujó al país a un nuevo aislamiento internacional.
Los analistas creen que tras 30 años, el régimen de Teherán no debe preocuparse por sus posibilidades de supervivencia, ya que no se vislumbra una oposición eficiente.
