Cientos de miles de musulmanes, tras terminar la peregrinación anual, se dirigen estos días a Medina para visitar la tumba de Mahoma, el hombre que cambió la historia al decidir dar la espalda a Jerusalén y mirar a La Meca.
Corría el año 624 de la era cristiana cuando Mahoma, que hasta entonces había convivido con los judíos y cristianos de Arabia creyendo que la religión revelada en el Corán no contradecía a ninguno de estos grupos, ordenó a sus fieles que dejaran de mirar a Jerusalén en sus rezos y se volvieran hacia La Meca.
La Meca ya era entonces un centro de confluencia de las tribus de la península arábiga, y la Kaaba, o cubo negro, era destino de peregrinación anual como lo es hoy en día.
La peregrinación que ahora se ve como un símbolo por excelencia del islam ya era en la época pre-islámica, la que los musulmanes llaman "edad de la ignorancia", casi exactamente igual a como ahora se realiza.
Los fieles, judíos, cristianos y árabes monoteístas, daban vueltas a la Kaaba en adoración a Al-lat, el dios más importante del panteón árabe (de donde probablemente viene el nombre de Alá), subían hasta el monte Arafat, sacrificaban un carnero para este dios y durante el tiempo de la peregrinación tenían prohibido practicar su actividad predilecta: guerrear.
La Kaaba era entonces un templo construido en torno a una piedra negra supuestamente caída del cielo -tal vez un meteorito- donde se adoraba a 360 dioses, tantos como días tiene el año lunar, y Al-lat solo era un "primus inter pares".
No solo la peregrinación, sino también alguno de los llamados "pilares del islam" también formaban parte de las prácticas de aquellas tribus árabes.
Punto por punto, estos rituales y creencias fueron recogidos por Mahoma, que los "purificó" de influencias paganas y los hizo entroncar con Abraham o Ibrahim, el primero de los profetas, el "padre de las naciones" como dice el islam, el fundador en suma del monoteísmo.
Según la tradición islámica, la Kaaba habría sido construida por el mismo Abraham y su hijo Ismael, que serían los que habrían puesto los cimientos de la religión que luego se llamaría islam y que nacía no para un "pueblo elegido" como el judaísmo- sino con vocación de ser universal.
Los musulmanes acuden a Medina para orar ante la tumba del enviado de Dios.