En un mundo hipertecnológico, plagado de los últimos sistemas de informática, equipos de localización GPS y toda clase de sofisticados sistemas de almacenamiento de datos, la principal asociación de agricultores de Bélgica propone a los niños que no se olviden de que la leche no viene del tetrabrik y que los huevos los ponen, normalmente, las gallinas.
La iniciativa “Reconecta con el campo” pretende que los infantes recuerden o aprendan de primera mano que los alimentos que cada día ingieren no provienen de las estanterías de los supermercados o de los envases cerrados al vacío, sino de la naturaleza, peligrosamente alejada de la realidad urbana.
Y es que en una sociedad marcada por el estrés y el síndrome del burn-out , son cada vez más quienes apuestan por un “regreso a las raíces”, a los fundamentos naturales, ya sea con el consumo de productos “bio” o con iniciativas como el slow food, antítesis del fast food importado de América del Norte.
Los promotores del proyecto belga, nacido en Flandes (comunidad de lengua holandesa del norte del país), son los Landelijke Gilden, la asociación de ganaderos (inspirados en los Gilden, las agrupaciones de la Edad Media, que aglutinaban a los miembros de las distintas profesiones).
“Los niños han perdido la noción entre el alimento que ingieren en casa y el origen del que procede”, comenta Ivan Kempeneers, de la agrupación flamenca de ganaderos “Gingelom”, que ha pensado en estos cursos intensivos en las granjas justo durante el período de vacaciones de Semana Santa, a mitad de este mes de abril.
En el norte de Europa, la tradición de Semana Santa explica que el “conejo de Pascua” esconde los huevos de chocolate para los “niños buenos”, en jardines y parques. Y es precisamente en torno a este producto natural (que los niños suelen decorar por esta época) que se centran estos cursos de “iniciación en la agricultura”, según informa el rotativo flamenco Het Belang van Limburg.
¿De dónde vienen los huevos o la leche?
La pregunta que, quizás hasta hace una generación estaba más clara, ahora resulta —sobre todo en determinada franja de edad— más difícil de responder.
“Los niños pequeños de hoy en día solo saben que los huevos provienen de la estantería de un supermercado. Ya no se plantean el origen”, subraya Kampeneers al periódico flamenco De Morgen en su edición digital. “Hemos notado que el nexo entre el consumidor final y los ganaderos es cada vez más débil. Creemos que es totalmente injusto porque los agricultores están perdiendo el reconocimiento que la sociedad les debe por su esfuerzo”, comenta Kempeneers, uno de los promotores de la campaña de Semana Santa para ilustrar a los escolares belgas acerca de las bondades de una vida sana y por “volver a los orígenes”, al menos durante un fin de semana.
En sus líneas generales, el programa escolar de sensibilización en los valores y virtudes de la agricultura, según su denominación oficial, se focaliza no en cursos académicos de agronomía, sino en el simple contacto de los infantes con los “maestros-agricultores”.
Ellos les abrirán de par en par las puertas de sus establos y granjas para que vean “de dónde proceden la leche, los huevos o la carne”, asegura Nady Selis, directora de una de las escuelas de Flandes que se ha sumado a la campaña oficial.
Durante la jornada, los niños podrán comer y beber productos de las granjas. “Por ejemplo podrán beber leche recién ordeñada, y se darán cuenta de que no viene del envase de tetrabrik o de la botella, sino de las ubres de las vacas, a pesar de que solo las hayan visto antes en la televisión o en los libros infantiles”, cuenta Selis a la agencia de prensa.

