En medio del ventoso desierto de Atacama en el norte de Chile, los vestigios de una civilización perdida emergen entre la arena. En principio las ruinas apenas son visibles, sólo unas pequeñas ondas que proyectan sombras cortas. Pero donde la arena ha sido retirada, se pueden ver con claridad unas estructuras circulares de barro.
Es lo que queda de Tulor, que con 3 mil años es una de las más antiguas y mejor preservadas aldeas neolíticas en América del Sur. Las ruinas están compuestas de viviendas de dos habitaciones, un cementerio y establos. El pueblo estuvo habitado a partir de unos 800 años antes de Cristo, es decir, más de dos milenios antes de que los europeos conquistaran el continente y que incas y aztecas levantaran sus imperios en Perú y México.
Los arqueólogos dicen que los habitantes de Tulor criaron ganado, cultivaron el maíz cerca de un río y mantuvieron relaciones comerciales con comunidades en lugares tan alejados como lo que actualmente es Ecuador y Brasil. Pero un dramático cambio climático alrededor del año 300 después de Cristo secó el río y unos pocos siglos después Tulor fue abandonada
La arena del desierto se apoderó de la aldea vacía y las dunas se encargaron de protegerla hasta que fue descubierta y parcialmente excavada en 1958. Pero la arena que alguna vez protegió la aldea, ahora la está destruyendo y junto a los vientos del desierto y a ocasionales lluvias, amenazan con reducirla a nada. "Estamos perdiendo en promedio unos tres centímetros (desde lo alto de las paredes) por año", dijo la arqueóloga Ana María Barón.
"En 100 años tendremos un poco más que una saliente", agregó. La posible desaparición de Tulor sería catastrófica, dijo Barón. "He estudiado muchos sitios neolíticos alrededor del mundo. Creo, al menos por las fotografías, que Tulor es la aldea neolítica mejor preservada en este planeta", agregó a Reuters.
En la lista en peligro
En Fondo Mundial de Monumentos (WMF, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro que se dedica a proteger y preservar sitios antiguos e históricos, señala que Tulor no ha tenido ningún trabajo de conservación en 20 años.
La erosión es tan seria que el Fondo puso el año pasado a Tulor en su lista de lugares amenazados. Desde 1998, la aldea ha sido administrada por una comunidad indígena en Coyo, a unos dos kilómetros de las ruinas, que ha construido una pasarela de protección alrededor de los vestigios para que las visitas de los turistas no ocasionen daños. "Para nosotros, la aldea es como una hija", dijo Leonel Martínez, un miembro de la comunidad. "Necesitamos cuidarla", añadió.
La comunidad sostiene que requiere de más dinero para detener la erosión y ha tocado las puertas del estatal Consejo de Monumentos Nacionales de Chile que, si bien ha reconocido a Tulor como un "monumento arqueológico", afirma que no puede ayudar. "No hay dinero. Es tan simple como eso", dijo la portavoz Susana Simonetti. Quienes están haciendo campaña para proteger las ruinas de la aldea afirman que las comunidades de Coyo y San Pedro de Atacama dependen de los ingresos que generan los visitantes de Tulor.
Cada mes, unas 10 mil personas visitan el desierto de Atacama, atraídos por los espectaculares paisajes en una de las zonas más áridas de todo el planeta. El turismo en Atacama no es por las playas. La gente viene aquí porque están interesadas en observar la herencia cultural, dijo Barón.
La especialista sostuvo que un muro es la mejor forma de proteger el sitio, ya que reduciría el impacto de los vientos y la erosión, y está trabajando con un arquitecto local para construir uno, además hay que proteger las ruinas de la lluvia.

