U r Casdim es la patria de Abraham (su nombre original era Abram), el hombre en cuya mente y corazón empezó a fraguarse una relación especial entre él y la Divinidad, que sería la base de nuestra fe, de nuestra esperanza y nuestro amor, la base de nuestra cultura religiosa y parte fundamental de nuestra civilización occidental. De Ur de los caldeos salió Teraj, con su hijo Abram, su nuera Saray y su nieto Lot (hijo de un hermano de Abram) para llevarlos hacia Jarán. Allí se manifestaría Dios a nuestro padre en la fe.
Abraham puede estar en esta serie por un doble concepto: a) como personaje religioso excepcional. En realidad es el personaje religioso por excelencia, y en tal sentido podría ir a la cabeza de la lista. b) también como convertido. Porque en algún momento en su vida descubrió al verdadero Dios. Tengamos en cuenta que los padres de Abraham eran idólatras.
Si somos cristianos y creemos que la Biblia es la Palabra viva de Dios, entonces en ella debemos encontrar las claves de la fe. Interpreto en ese espíritu.
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Dijo Yavé a Abram: Salte de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tu padre, para la tierra que yo te indicaré. Yo te haré un gran pueblo, te bendeciré y engrandeceré tu nombre que será una bendición. Y bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Y serán bendecidas en ti todas las familias de la tierra. Abram partió con su sobrino Lot y tenía 75 años cuando salió de Jarán.
¿Qué es lo que le ofrece Dios a un hombre de 75 años, sin hijos y casado con una mujer diez años menor, y que para colmo había estado siempre cerrada de útero? Le ofrece hijos, lo inesperado, lo aparentemente imposible. ¿Qué más le ofrece a ese hombre nómada, con riquezas sí, pero sin un lugar seguro donde aposentarse? Le ofrece tierra para su descendencia. Y la grandeza de Abraham es que, no obstante todas las apariencias humanas, él creyó en las promesas de Dios. Primera clave: debes creer lo imposible cuando es Dios quien lo promete.
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Llegó a la tierra de Canaán, entonces ocupada por los cananeos. Y se le apareció Dios diciendo: A tu descendencia daré yo esta tierra. Notemos varias cosas. Primero, Dios se hace visible de algún modo soportable a la vista, aunque sea en éxtasis y por medio de imágenes o figuras ya que nadie puede ver la esencia divina, y esta especie de visión refuerza la fe de Abraham. Lo segundo es que le hace una promesa concreta: esta tierra. Y se la muestra. Estos dos factores nos dan la segunda clave: Dios se manifestará cuando y cómo sea necesario. Y suele hacer promesas contundentes.
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¿Y cómo responde Abraham?: levanta, allí mismo un altar para Yavé. Y saliendo a un sitio a establecer sus tiendas, también allí Abraham levanta otro altar. Tercera clave: gratitud y oración. Incluso después de volver de Egipto Abraham visitará de nuevo este último altar, lo que implica otro elemento que alimenta la gratitud: volver siempre a los recuerdos de nuestra alianza con Dios.
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Dijo Yavé a Abram después que Lot se hubo separado de él: Alza tus ojos, y desde el lugar donde estás mira al norte y al mediodía, al oriente y al occidente. Toda esta tierra que ves te la daré yo a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; si hay quien pueda contar el polvo de la tierra, ese será quien pueda contar tu descendencia.
Cuarta clave: Dios reitera sus promesas. No es que Dios le prometió una cosa a Abraham, y no se acordó de él hasta 25 años después. Dios conoce las necesidades del corazón humano y le brinda apoyo. Constantemente le recuerda a Abraham su promesa, se la mantiene siempre presente ante sus ojos, para que Abraham no flaquee y vea la fidelidad y constancia de Dios.
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Anda y camina por esta tierra a lo largo y a lo ancho, que a ti te la daré toda.
Quinta clave: Dios quiere que, cuando te promete algo, lo cuentes ya como un activo de tu propiedad. Y Abraham lo obedeció pues alzó sus tiendas y marchó a otro sitio de la Tierra Prometida.
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Lot es secuestrado por otras tribus que vivían en la región, pero Abraham reúne un grupo de aliados, va a luchar, y libera a Lot. Sexta clave: la alianza con Dios no te libra de los combates y vicisitudes de la vida. Pero Dios siempre te acompaña.
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Después de estas cosas vino la palabra de Yaveh a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y tu galardón será muy grande. Abram respondió: --Oh Señor Yaveh, ¿qué me has de dar? Pues continúo sin hijos, y el heredero de mi casa será Eliecer de Damasco. Añadió Abram: A mí no me has dado descendencia, y he aquí me heredará un criado nacido en mi casa. Y he aquí que la palabra de Yaveh vino a él diciendo: No será este el que te herede, sino que alguien que salga de tus entrañas será el que te herede. Entonces lo llevó fuera y le dijo: Mira, por favor, al cielo y cuenta las estrellas, si acaso las puedes contar. Y añadió Así será tu descendencia. El creyó a Yaveh, y ese fue su mérito a los ojos de Yaveh.
Es el cuarto encuentro de Yaveh con Abraham que nos reporta la Biblia, y se ve todo lo humano de la fe de Abraham. Aunque desde el principio Dios le reitera que tendrá descendencia, Abraham insiste en recordarle que aún no la tiene. Dios dialoga con él y se afirma en sus promesas. Séptima clave: y a pesar del tiempo transcurrido, Abraham cree contra toda esperanza. Es igual a la primera clave, pero con el factor tiempo de por medio.
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Entonces le dijo: Yo soy Yaveh, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra como posesión.El respondió: Oh Señor Yaveh, ¿Cómo sabré que yo la he de poseer? Le respondió: Tráeme una vaquilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón. El tomó todos estos animales, los partió por la mitad y puso cada mitad una frente a otra. Pero no partió las aves... Y sucedió una vez que el sol se puso y hubo oscuridad que he aquí, apareció un horno humeante, y una antorcha ardiendo pasó por en medio de los animales divididos. Aquel día Yaveh hizo un pacto con Abraham diciendo: A tus descendientes daré esta tierra...
Octava clave: Dios hace un pacto físico con Abraham: era costumbre partir reses, ponerlas unas frenta a otras y consumirlas por el fuego como forma de establecer un pacto entre los nómadas del desierto. Dios usa con Abraham la fórmula jurídica humana de su tiempo. Dios también le dio una señal física a Zacarías, el padre de Juan el Bautista: lo dejó mudo hasta que se cumpliera el tiempo del nacimiento de su hijo. Esto significa que podemos pactar con Dios. El es un Dios de alianzas.
(Concluiremos el próximo sábado)
