Rubén Blades La señora Mariela Sagel declaró que su entrada al Ministerio de Gobierno y Justicia fue provocada por un compromiso de Rubén Blades para con el presidente Balladares. Luego añade que nunca tuve la cortesía de agradecerle o mostrar consideración para con la enorme responsabilidad que (Sagel) había adquirido por culpa de él, o sea, que por culpa mía ella termina siendo ministra de Estado. Ninguna de estas aseveraciones es cierta. Paso a explicarle a la señora Sagel, y al público que ella busca confundir con sus mentiras, la realidad del asunto y mi interpretación de sus causas.
Luego de la elección de 1994 que dio el triunfo a Ernesto Pérez Balladares, el presidente electo invitó a todos los demás candidatos a visitar la presidencia. Creo que fui el último en hacerlo. En nuestro almuerzo en el Palacio de las Garzas, el señor presidente fue cordial, atento y un excelente anfitrión. Incluso me dio un recorrido por las instalaciones que agradecí, pues no las conocía. Durante nuestra conversación, reiteré la intención del Movimiento Papa Egoró de ayudar en la manera posible al eficiente desarrollo de la administración pública y le señalé al presidente Balladares que entre las áreas de interés nuestro figuraba la necesidad de mejorar el servicio de transporte público, que aún hoy continúa siendo un desastre. Muchos meses más tarde, el Movimiento Papa Egoró fue invitado, junto con otros colectivos, a participar en grupos de estudio con el propósito de solucionar la ineficiencia del sector de transporte y la señora Sagel fue una de las personas que integró la representación del Movimiento Papa Egoró.
En ningún momento recibió la señora Sagel instrucciones mías verbales, escritas, o por señas, de que ella sería ungida como ministra por un compromiso previo adquirido con el presidente Balladares. En ningún momento solicité, sugerí, rogué, o pedí al presidente Balladares que nombrara a la señora Sagel como ministra de Estado. De hecho, jamás le pedí al presidente Balladares puestos o posiciones para miembros del Movimiento Papa Egoró, o para amigos personales o para mis familiares, dentro o fuera de su gobierno. Cualquiera puede preguntarle directamente al ex presidente si esto que afirmo es cierto o no. Sé que él responderá con la verdad. En consecuencia, el compromiso de que habla la señora Sagel solo existe en las inhóspitas cavernas de su mente, la de la señora Sagel.
Decir que fue culpa mía el que ella terminara de ministra es una excusa patética. Ella aceptó la posición simplemente motivada por su deseo de figuraje político y social. El sueldo que recibió, las fotos que se tomó, y las prebendas de su posición, que ¡cuánto le deben haber dolido! las sufrió por su ego, no por mis instrucciones. Para nosotros en el Movimiento, la aceptación de la señora Sagel fue un problema serio.
¿Por qué? Retrocedamos un poco. Después de la elección de 1994, el partido con la mejor reputación política en Panamá lo fue el Movimiento Papa Egoró, por su inusitado éxito y por haber rechazado las alianzas políticas. El partido a batir en las elecciones del 99, de acuerdo con las expectativas, lo sería el Papa Egoró. En la medida en que se mida objetivamente el asunto, no fue nuestro partido el que hizo que fracasara el arnulfismo en el 94: fue la imposibilidad de crear una alianza entre Carles y Moscoso la que decidió el triunfo del PRD. Una vez en el gobierno, el estilo del presidente Balladares fue interpretado por un gran sector del pueblo como una muestra de arrogancia imperial, más allá de sus aciertos, que los tuvo. El desgaste del PRD iba en aceleramiento después del rotundo No a la reelección. Cuando la señora Sagel acepta la posición de ministra de Gobierno y Justicia, para el Papa Egoró la pesadilla era la de un miembro del colectivo dando órdenes de contener, o de reprimir manifestaciones populares en contra del régimen de Pérez Balladares, por lo impopular de su gestión presidencial. Solo a una persona ignorante de la realidad política nacional de esos momentos se le puede ocurrir que iba yo a decidir aceptar semejante papa caliente, y de darle un rostro de Papa Egoró a la posible representación oficial.
En algo sí está correcta la señora Sagel: nunca invertí el tiempo necesario para atender perfectamente la responsabilidad política que desencadené con mi participación en el 94. Fui irresponsable en ese sentido y lo lamento. No comprendí el nivel de compromiso adquirido al fundar el partido y soy directamente responsable por su desaparición, sin excusas. No fui público en mis agradecimientos ni enérgico ante mis enemigos y mi silencio contribuyó a que se tejiesen todo tipo de especulaciones dañinas. Los años nos dan a veces la claridad de la que por momentos carecemos. Se vive y se aprende.
Presumo que la señora Sagel continúa laborando para el mismo grupo con el que compartió las intimidades de nuestro partido. Hubo mucho infiltrado en el Movimiento y, a lo interno, nunca consideramos a la señora Sagel como alguien de confianza. Después de leer su artículo, deduzco que ha comenzado nuevamente el proceso de tratar de restarme credibilidad a nivel nacional, esfuerzo patrocinado por los que aún se aterran ante la posibilidad de que yo vuelva a la vida política. A estas alturas, no sé siquiera si la señora Sagel se hizo PRD, aunque lo presumo por la preocupación que finje demostrar por la candidatura de Martín Torrijos. Yo sigo siendo Papa Egoró y lo seré hasta la muerte. Pero más allá de eso, soy panameño y uno de los mayores exponentes y defensores de la calidad y capacidad nacional, dentro y fuera del país. Por eso planeo volver a Panamá y apoyar al que considero el mejor candidato, Martín Torrijos, en las elecciones del 2004. Eso no lo alterará la mentira, la envidia, o las intrigas de personas que pasan por el mundo de puntillas y que tratan de crear reputaciones atacando a los que nos hemos hecho a punta de trabajo, honestidad y riesgo personal.
