LONDRES, Inglaterra (REUTERS). Un médico estadounidense, que patentó un dispositivo capaz de desencadenar un orgasmo, comenzó una prueba clínica autorizada por la Dirección de Alimentos y Fármacos (FDA) de Estados Unidos y está buscando voluntarias para probar la máquina.
"Pensé que la gente iba a derribar mi puerta para formar parte de la prueba", dijo el especialista en dolor, Stuart Meloy, a la revista New Scientist.
Sin embargo, hasta ahora sólo una mujer ha completado la primera fase de la prueba, con resultados aparentemente asombrosos, y una segunda voluntaria ha accedido a tomar parte.
Meloy, de Consultores de Anestesia y Dolor Piedmont en Winston-Salem, Carolina del Norte, espera hallar ocho voluntarias más dispuestas a dejarse insertar los electrodos en la médula espinal para conectarse a una máquina del tamaño de un marcapaso implantado bajo la piel para aumentar su placer sexual.
La mujer casada que probó la máquina, denominada "orgasmatron", no había experimentado un orgasmo por cuatro años. Pero durante los nueve días en que la usó, tuvo varios.
"(La mujer) incluso me dijo que tuvo el primer orgasmo múltiple de su vida usando el dispositivo", comentó Meloy.
El investigador se topó con el inesperado efecto secundario mientras usaba un estimulador de médula espinal hace unos años para tratar a una paciente que sufría de grave dolor en la espalda.
La mujer ya se había sometido a una operación de la espalda para el tratamiento de una enfermedad degenerativa de los discos intervertebrales y para fusión quirúrgica.
Cuando Meloy colocó los electrodos en un sitio específico de la médula espinal para identificar los haces nerviosos que transmitían las señales dolorosas al cerebro, la mujer gimió con placer.
"Va a tener que enseñarle a mi marido a hacer eso", dijo la paciente, según el relato del médico. Las minúsculas descargas eléctricas aplicadas a los electrodos, al parecer, encienden el botón orgásmico de la paciente.
Aunque la máquina ha sido comparada con el orgasmatron presentado en la película de Woody Allen, El dormilón, de 1973, Meloy visualiza a las pacientes usándolo como una medida temporal para instruir de nuevo a su cuerpo en la respuesta sexual.