Entre tranques, noticias de balaceras y huelgas me han llamado la atención los comentarios de las personas en general, en referencia a los debates presidenciales. Todo tipo de opinión he escuchado en la calle, algunas en pro y otras en contra, lo que sí es cierto es que nadie está satisfecho.
No soy analista de política ni tampoco psicóloga ni mucho menos consejera, pero me atrevo a decirle a las personas que cuando toman la valiente decisión de optar por un cargo de elección popular deben tener también la valentía de afrontar su realidad: pasado y presente.
¿Cómo puede pretender una persona o un partido que no se cuestione la procedencia de su riqueza cuando ni siquiera conocemos su trayectoria empresarial o si han heredado una gran fortuna o que eran empresarios? Ahora entendemos por qué los puestos del Palacio Legislativo están siempre vacíos en su mayoría: ¡Porque los diputados están haciendo negocios personales! De lo contrario, ninguno lograría hacerse rico.
Cuando les preguntamos ¿cómo es que llegaron a ser ricos?, les estamos dando la oportunidad de impresionarnos con sus modelos de negocios y capacidad empresarial. Además, como dice un refrán popular: “el que no la debe, no la teme”. ¿Cómo pueden pretender que no cuestionemos su actuación? ¿Acaso nada importa? ¿Borrón y cuenta nueva?
Si un candidato o candidata tiene un pasado que despierta inquietudes ante los votantes, lo mejor es que lo aclare, antes de dar respuestas esquivas a las preguntas que como flechas van directo a su conciencia y despiertan todo tipo de comentarios. O lo que es peor, asumir una postura de: ¿Por qué me miran a mí, si el otro es peor que yo?
Nosotros los votantes, tenemos el derecho a saber en manos de quién vamos a dejar la administración de nuestro país. A nosotros nos piden el voto, nosotros les pedimos la verdad. ¿Es mucho pedir?
No podemos pretender que todo un pueblo sufra de amnesia y olvide todo lo que hemos visto que ha salido de la propia boca de los candidatos. Es muestra de madurez, hacerse responsable de las palabras dichas y las actuaciones, sobre todo cuando han sido públicas.
La verdad siempre sale a relucir. Lo vemos en los deportistas que ostentan campeonatos y medallas, pero luego nos enteramos que usan sustancias ilícitas. Lo hemos visto en presidentes e importantes personalidades en otros países de quienes se conocen secretos desde el uso de marihuana cuando eran jóvenes hasta escándalos sexuales.
Señores candidatos, los estamos observando y queremos conocerlos más allá de los discursos aprendidos. Al que tiene algo que aclarar, que agarre el toro por los cuernos y diga la verdad, no pretendan dar vuelta a una página que el resto de los panameños aún estamos leyendo, porque la queremos entender.