Son imágenes emocionantes que se asociarán para siempre a la unificación alemana: un país en éxtasis colectivo, personas exultantes que se abrazan llorando y riendo al mismo tiempo delante de la Puerta de Brandeburgo. “Somos el pueblo”, gritaba la multitud. El mundo entero vivió la energía que es capaz de desplegar el coraje de las personas y cómo el ansia de libertad puede derrocar una dictadura. Un año más tarde, el 3 de octubre de 1990, se consumó la unificación política de los dos Estados alemanes.
El vigésimo aniversario de la unidad alemana brinda una ocasión propicia para volver la vista atrás y mostrar gratitud. Gratitud por el hecho de que el camino hacia la unidad alemana fuera tan inesperadamente rectilíneo y rápido en aquel entonces. Eso se lo debemos a nuestros socios occidentales y orientales. Recibimos agradecidos el apoyo y simpatía de que fuimos objeto en los años de la transición y no lo olvidaremos jamás.
La promesa que hicimos los alemanes por la unidad en libertad fue la firme inserción de la Alemania unida en Europa y en la comunidad internacional. Nos atenemos a ello. En Europa hemos alcanzado a lo largo de los años pasados importantes logros de consuno con nuestros socios. Hoy 500 millones de europeos de 27 países viven en paz y libertad dentro de un espacio jurídico común. La Unión Europea es un proyecto de paz y reconciliación único en su género y cuyo éxito es innegable.
A los 20 años de la unificación alemana, nuestra tarea sigue siendo afanarnos por que el mundo sea más pacífico y más habitable. La política exterior alemana es una política de paz. En el desempeño de la misma nos vemos confrontados con numerosos retos que en nuestro mundo globalizado solo podemos acometer juntos. El desarme, el cambio climático, el abastecimiento energético y la evolución demográfica son tan solo algunos de los grandes temas de futuro que se plantean en Europa y en el mundo.
La unificación alemana nos enseñó que muchas metas se pueden alcanzar aunque en principio parezcan imposibles. Ello requiere coraje y la voluntad de tomar las decisiones correctas. Alemania aporta su leal concurso a tal empeño.